Según los datos provisionales de la memoria de Flacema, los neumáticos son el principal combustible alternativo al petróleo que más crece, y es el más usado, con 57.745 toneladas quemadas en las siete fábricas andaluzas de cemento en 2017. Le siguen “otros sólidos alternativos no biomasa” (34.847 toneladas), “serrín impregnado o madera tratada” (23.248), “residuos líquidos de hidrocarburos” 19.720) y “disolvente, barniz, pintura y mezclas” (18.047).
Hay que bajar mucho en la tabla hasta llegar a las 424 toneladas de “sólidos biomasa”, las 221 de “lodos de depuradora urbana” o las 19 de “biomasa vegetal”. Con la precaución de las cifras provisionales que comenta Flacema, de momento, lo que reflejan los datos es que el descenso es notable, ya que en 2016 los lodos sumaron 2.494 toneladas y los “sólidos biomasa” 6.063.
Sin embargo, si se acude a números ya consolidados, se comprueba que ese descenso es una tendencia que se mantiene en el tiempo. En la última memoria de todo el sector cementero, la Fundación CEMA recoge que la “madera y biomasa vegetal” ha pasado de contribuir con 86.689 toneladas de combustibles a las cementeras en 2014, a bajar a 63.347 en 2015 y a 24.793 en 2016.
En 2016 la biomasa supuso el 20 por ciento de los combustibles alternativos en las cementeras
Solo el descenso más moderado de los lodos de depuradoras y el ligero incremento de otros combustibles de origen biológico, las “harinas y grasas animales”, frenaron en 2016 un bajón mayor. En total en 2016 la biomasa se quedó en el 20 por ciento del total de combustibles alternativos, porcentaje que estaba en el 25 por ciento en 2013, y que ya venía de años de caída.
A pesar de todo, tanto Flacema como CEMA siguen incluyendo toda la biomasa, incluso la que desde la normativa europea y española no se considera como tal, en el cómputo que les permite calcular el ahorro de emisiones de gases de efecto invernadero.
Para Flacema, “el contenido de biomasa de los combustibles alternativos empleados (neumáticos, combustibles derivados de residuos –CDR–, serrín y madera, residuos textiles, lodos de depuradoras, etcétera) ha evitado la emisión directa de 200.000 toneladas de CO2 en el periodo 2015-2017, ya que la emisión procedente de la combustión de la biomasa que contienen estos residuos no se contabiliza, ya que procede de la energía almacenada a través de la fotosíntesis de las plantas y otros organismos”.
La biomasa con hierro, pinturas, barnices y plásticos no es biomasa
En CEMA afirman que “se utilizan otros combustibles derivados de residuos que son parcialmente biomasa, como por ejemplo los neumáticos fuera de uso (con un porcentaje de biomasa del 28 de su contenido en caucho), CDR (con un 38 por ciento de contenido en madera y celulosa), o los residuos de fragmentación de vehículos fuera de uso, con un porcentaje de biomasa en torno al 14 por ciento”.
Tanto la directiva europea como el real decreto español sobre limitación de emisiones a la atmósfera de contaminantes procedentes de grandes instalaciones de combustión no consideran como biomasa los restos de madera que contengan “compuestos organohalogenados o metales pesados como consecuencia de algún tipo de tratamiento con sustancias protectoras de la madera o de revestimiento y que incluye, en particular, los residuos de madera procedentes de residuos de la construcción y derribos”.