La biomasa no pesa tanto como combustible alternativo en las cementeras, a pesar de que uno de los titulares que aportó la Fundación Cema tras la presentación del Informe sobre reciclado y valorización de residuos en la industria cementera en España, elaborado por el Instituto Cerdà, fue que “la valorización energética de biomasa en fábricas de cemento evitó la emisión a la atmósfera de 802.392 toneladas de CO2 en 2013”. Realmente a la biomasa pura, entendida como el aprovechamiento energético de materia exclusivamente orgánica, habría que otorgarle en torno a un 25% de esas emisiones, según los cálculos extraídos de dicho informe.
Las 802.392 toneladas de CO2 citadas por Cema se corresponden con todos los combustibles alternativos (714.820 toneladas) distintos a los combustibles fósiles directos que entraron en 2013 en las cementeras para producir energía, incluidos, entre otros, plásticos, disolventes, pinturas, aceites y lodos industriales y residuos de vehículos fuera de uso. Los combustibles más utilizados fueron los conocidos como CDR (combustible derivado de residuos), con 272.000 toneladas, y los neumáticos usados, con 100.000 toneladas.
"Alternativo parcialmente biomasa"
La industria cementera considera a los neumáticos y a los CDR, así como al serrín impregnado, la madera tratada y los residuos textiles, como “alternativo parcialmente biomasa”. La mayoría de los neumáticos se elaboran con caucho sintético, además de con acero, y en el proceso de fabricación emplean aditivos como azufre, negro de humo, óxido de cinc, carbonato de magnesio y otros productos derivados del petróleo (aceites y ceras). Por otro lado, al menos el 50% de los CDR que acaban en las cementeras no son residuos orgánicos (mayoritariamente plásticos), incluyendo algunos considerados como peligrosos.
Si se cuenta solo los residuos considerados biomasa pura, estos ascienden a unos 180.000 toneladas de las 714.820 totales que entraron en las cementeras en 2013. Esta última cifra es inferior a la de 2012, que ascendió a 795.000 toneladas, lo que también conllevó que el ahorro total de emisiones de CO2 se redujera, de las 850.000 de 2012 a las 802.392 de 2013. Lo que sí sube es el porcentaje en energía que supone el uso de combustibles alternativos, un 26%, frente al 25,3% de 2012.
Dominan las harinas cárnicas y la biomasa vegetal
En cuanto a los combustibles asociados directamente a la biomasa, el más usado son las harinas animales, con 67.000 toneladas (64.000 en 2012). El segundo es el definido como “biomasa vegetal”, que sufre un notable descenso con respecto a 2012, al bajar de 115.279 a 40.626 toneladas. También caen los lodos de depuradoras urbanas, de 54.700 a 38.500 toneladas, y la madera, de 42.706 a 32.000. La Fundación Cema incluye igualmente como biomasa el papel y cartón, con 7.900 toneladas en 2013; “otros combustibles alternativos sólidos biomasa”, 5.600; y “otros combustibles alternativos líquidos biomasa”, 6.291.
El informe recoge que durante 2013, “de las 33 fábricas operativas en nuestro país, 28 estaban autorizadas para valorizar energéticamente residuos y otras dos para la utilización de biomasa vegetal como combustible”, situadas una en Córdoba capital y la otra en Toral de los Vados (León). La Fundación Cema recuerda que el 26% de energía procedente de combustibles alternativos en España “se encuentra lejos de alcanzar la media europea, que asciende a un 34,5%. Holanda, con un 85%, y Austria, Alemania y Noruega, con porcentajes iguales o superiores al 60%, son los países europeos con mayores índices de sustitución energética en Europa”.