Definitivamente España está fuera de la agenda europea del biogás, o al menos aparece en apuntes muy a pie de página. En el resumen que la EBA hace de 2012 reconoce que no fue un año para calificar de exitoso en la Unión Europea, principalmente por las reducciones de las tarifas para las plantas agroindustriales alemanas, que motivaron que solo se construyeran un tercio de las que levantaron en 2011. A pesar de todo, Alemania encabeza de largo con 8.700 plantas una lista que suma 13.800 en la UE, que se corresponden con 7.400 MW de potencia instalada.
En el lado positivo, desde la EBA se valora el ascenso de países como Italia, Francia y Reino Unido, que con 1.264, 557 y 312 plantas respectivamente ocupan los puestos 2º, 4º y 7º del ranking. El tercer lugar es para Suiza con 606 instalaciones, el quinto para la República Checa con 481 y el sexto es de Austria con 436. Tras el Reino Unido cierran los diez primeros lugares Holanda (252 plantas), Suecia (242) y Polonia (186). España ocupa el 22º puesto con 22 plantas, y solo supera a Lituania, Chipre, Croacia, Rumania, Bulgaria y Estonia.
Buen 2012 para el biometano
Todos los países que la EBA estima en alza coinciden con los pronósticos que hicieron a principios de año la consultora Ecoprog y la sociedad de investigación alemana Fraunhofer en el informe Biogas to Energy 2012/2013. The world market for biogas plants, donde tampoco aparece España en las quinielas. Es más, es posible que haya descendido algunos peldaños más debido a que en países como Croacia y Rumania se aprobaron tarifas más altas para el biogás industrial que en nuestro país.
Volviendo al análisis europeo realizado por EBA, donde ven un mejor presente y futuro es en la conversión de biogás a biometano, campo en el califican 2012 como el año más exitoso hasta el momento. Aquí, cómo no, vuelve a liderar la apuesta Alemania seguido de Suiza, y se prevé un futuro halagüeño con la incorporación de 100 plantas en Francia y 20 en el Reino Unido. También recuerdan el impulso dado por recientes iniciativas legislativas, como el decreto italiano que permite inyectar biometano en la red de gas, a lo que habría que añadir la carta por una regulación del comercio transfronterizo de este biocombustible suscrita por cuatro entidades de registro europeas.