La nota de prensa de la Queen's University Belfast hace una curiosa comparación para afirmar que “las fábricas de cerveza en la Unión Europea generan cada año alrededor de 3,4 millones de toneladas de granos de cereal sin darles uso, un peso equivalente a 500.000 elefantes”. Las cuentas salen siempre que se elija a los ejemplares más grandes del mayor mamífero terrestre, el elefante africano de sabana.
La misma universidad echa mano de otro símil para comprobar el rendimiento del carbón activado que se obtiene durante el proceso que ha ideado el doctor Ahmed Osman, de la facultad de Ingeniería Química: “con un kilogramo de granos se consigue suficiente carbón activado para extenderlo a través de cien campos de fútbol”.
El propio investigador explica que “se trata de un proceso con pocos pasos dentro de un enfoque innovador y de bajo costo”. A continuación detalla dicho proceso: “secar el grano, realizar un tratamiento químico y térmico en dos etapas con ácido fosfórico y luego un lavado con hidróxido de potasio”.
Osman asegura que tanto el ácido fosfórico como el hidróxido de potasio son dos productos químicos que ofrecen soluciones con bajos costos. “Esto nos deja con carbón activado y nanotubos de carbono (otro de los bioproductos que se derivan del proceso), materiales de alto valor que tienen mucha demanda”.
Biocarbón cervecero local frente al pélet de Estados Unidos
Con esta tecnología defiende también el carácter local de la materia prima, frente a “las formas líquidas de carbono (refiriéndose al petróleo) que se envían al Reino Unido desde el Medio Oriente, y el biocarbón sólido, en forma de pélets de madera, que llega desde Estados Unidos y otros lugares”. Añade que “además se reducen las emisiones vinculadas al sector agrícola y creamos un producto de alto valor”.
Osman va a explorar las oportunidades para la comercialización del proceso y para ello la Queen's University lo presentará entre el 26 y el 28 de febrero de 2020 en la conferencia Engineering the Energy Transition Conference que se celebrará en Belfast. El proyecto fue financiado por el Engineering and Physical Sciences Research Council y The Bryden Center en Queen’s.
Los residuos de la industria cervecera tienen una larga tradición de investigaciones y escalado industrial para convertirlos en biocombustibles. La Universidad de Valladolid estudia el aprovechamiento del bagazo de la cerveza para producir biobutanol. La Universidad de Cádiz investigó el uso de los residuos de la industria cervecera para producir biocombustibles, alimentos funcionales y cosméticos. Por último, son varias las compañías cerveceras que ya emplean estos residuos para generar biogás.