De los 200 megavatios del año pasado a los cero de este año. Nadie cree que los veinte megavatios que oficialmente se desconoce hacía qué tecnologías han ido sean de biomasa. Se habla más de la hidráulica.
Este ha sido el salto negativo para la biomasa entre la subasta de electricidad renovable de 2016 y la del presente 2017. Ya lo había adelantado la propia sección de Biomasa de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA): la propuesta de nueva subasta del Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital, sin tecnologías diferenciadas, “imposibilita la promoción de instalaciones de biomasa”.
Ni por tecnología ni por plazos
Y así ha sido, hasta donde se ha podido indagar ni un kilovatio eléctrico ha caído en las redes de la biomasa ni en las del biogás, que ya de por sí había quedado fuera en 2016. Manuel García, presidente de APPA Biomasa, muestra resignación a la par que indignación: “ya le adelantamos al Gobierno que esta subasta no estaba hecha para nosotros, al no diferenciar tecnologías y al exigir unos plazos de presentación de proyectos imposibles de cumplir por la biomasa”.
Hay que recordar que la resolución que establece el procedimiento y las reglas de la subasta se publicó el 10 de abril, y que hasta la fecha de la subasta (ayer mismo) se debían cumplir los plazos de precalificación y calificación de las ofertas.
“La biomasa no está olvidada, nos dicen, pero eso se demuestra sacando una subasta diferenciada por tecnologías, como se lo hemos hecho ver tanto al Gobierno como a los partidos políticos; es imposible mantener una mínima estabilidad y previsión de futuro sin estos requisitos”, remarca García.
Fuera de subastas marginalistas a precio
APPA tiene claro que “la subasta es la constatación de que no se busca un desarrollo armónico de las distintas tecnologías renovables, complementarias entre sí”. Y recalcan que “la biomasa, la minihidráulica o la solar termoeléctrica son tecnologías renovables que facilitan la gestión del sistema y aportan seguridad de suministro”.
El método seguido hace que “algunas de estas tecnologías, bien por no haber recorrido aún su curva de aprendizaje o porque incorporan beneficios adicionales no considerados por el ministerio, quedan fuera de subastas marginalistas a precio”, señala la patronal renovable.
La conclusión de APPA es clara: “sin subastas específicas, estas tecnologías no se desarrollarán y sufren una moratoria encubierta, a pesar de que las subastas se vendan con una falsa etiqueta de ‘neutralidad tecnológica’”. Es decir, tras la moratoria del real decreto de 2012, llega ahora la “encubierta”