Lucha contra una planta invasora, mejora de las condiciones de salud en los hogares e incluso eliminación de muertes por la mala combustión de leña, reducción de la deforestación por una menor demanda de esa leña y menos tiempo de trabajo para mujeres y niños en su recolección.
Estas ventajas, menos la primera, que ya habíamos expuesto aquí a partir de un estudio de la Agencia Internacional de las Energías Renovables y de proyectos concretos, se vuelve a poner de actualidad tras la puesta en marcha cincuenta pequeños biodigestores en otros tantos hogares de Kenia en torno al lago Victoria.
La idea se gestó hace quince años por un centro de I+D local que en 2011 se convirtió en una empresa: Biogas International. Su invento, Flexi Biogas Solutions, desarrolla una gran variedad de plantas que se adaptan a hogares y comunidades según la demanda de energía y el tipo de sustrato utilizado.
Playa de Dunga, centro de operaciones
En la playa de Dunga, en la parte keniata del lago Victoria, estaba claro que el sustrato a utilizar era el jacinto de agua, una planta invasora que lleva decenas de años haciendo estratos en la biodiversidad de este enorme humedal y a la economía de las comunidades costeras, ya que imposibilita que se explote en el principal recurso: la pesca. Hay zonas donde los barcos no pueden literalmente avanzar.
Esta capa de vegetación dificulta el intercambio de oxígeno con la atmósfera, impide el paso de la luz al fondo y libera gran cantidad de materia orgánica provocando un empeoramiento de la calidad de las aguas. Otros estudios científicos, como el llevado a cabo por un equipo de la Universidad de Cornell (Estados Unidos) y del Centro Internacional de Investigación Agroforestal, ubicado en Nairobi (Kenia), confirmaron también la posibilidad de afrontar el problema con la producción de biogás.
Cincuenta plantas domésticas y dos comunitarias
Hace unos días el portal inglés Business Green informaba sobre la entrada en funcionamiento de esos cincuenta pequeños biodigestores y el inicio del período de pruebas de las dos plantas a escala comunitaria, que han contado con el apoyo económico de un proyecto en el que están involucrados la multinacional farmacéutica AstraZeneca y el Cambridge Institute for Sustainability Leadership (Reino Unido).
Según la farmacéutica, cada pequeño digestor proporciona energía para satisfacer las necesidades diarias de un hogar tipo, mientras que los sistemas comunitarios llevan energía a restaurantes, instalaciones de procesamiento de pescado, mercados locales y granjas de pollos, entre otros. También aquí se aprovecha el digestato resultante del proceso como biofertilizante.
Etanol también con jacinto de agua y biogás con enea
Se consolida así el aprovechamiento energético del jacinto de agua como una forma de luchar contra su invasión o, al menos, convivir con ella sin que vaya a más. España sufre también este impacto ambiental, en especial en el río Guadiana, y en el resto del mundo son ya varias las iniciativas para impulsar estas medidas, que también cuentan con el etanol y el hidrógeno.
Por último, el año pasado el Centro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios y Medioambientales (Ceigram) de la Universidad Politécnica de Madrid dio a conocer un proyecto internacional (Typha Project Nigeria) que estudia igualmente el aprovechamiento para producir biogás con una especie de enea que invade canales, ríos y tierras agrícolas del norte de Nigeria.