Hace unos días el Boletín Oficial del Estado publicó un anuncio por el que se contratan una vez más a través de la Confederación Hidrográfica del Guadiana trabajos de vigilancia, detección temprana y control de jacinto de agua (Eichhornia crassipes) y otras especies invasoras en el tramo del río Guadiana comprendido entre Mérida y Portugal. Se trata de alrededor de cien kilómetros de cauce afectados por esta planta invasora, considerada una de las más peligrosas.
La agencia de noticias del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México (Conacyt) daba a conocer un poco antes una de las últimas investigaciones que buscan compatibilizar la eliminación de esta plaga con su aprovechamiento con fines energéticos. Se trata de un trabajo del estudiante de ingeniería ambiental de la Universidad La Salle Jose A. Espejel, que además se ha visto reconocido por los Premios Nobel de 2016 al exponerlo en el Seminario Internacional Juvenil de Ciencia en Estocolmo.
Veinte mililitros de etanol por cada kilo de jacinto de agua
En este caso, el jacinto de agua, considerado una plaga en los canales del área natural protegida de Xochimilco (México DF), se transforma en etanol según la investigación llevada a cabo por Espejel: “En la experimentación inicial era mucho pedir que saliera una sola gota de bioetanol, ahora ya sabemos que por cada kilo de lirio que se recolecta obtenemos veinte mililitros del producto”.
Hay que añadir que en España, en una jornada de retirada de jacintos de agua, se pueden llegar a recoger más de ochocientas toneladas por día. Si se extrapola el ratio de aprovechamiento de la investigación del joven estudiante mexicano, se obtendrían en este caso 16.500 litros de etanol.
El trabajo de investigación de este estudiante mexicano se une a decenas de ellos repartidos por todo el mundo donde se padece la misma plaga del jacinto de agua. La planta forma un denso tapiz sobre la superficie que dificulta el intercambio de oxígeno con la atmósfera, impide el paso de la luz al fondo y libera gran cantidad de materia orgánica provocando un empeoramiento de la calidad de las aguas.
Etanol en El Salvador y Colombia, briquetas en Brasil y biometano en Taiwan
Sin salir de Mesoamérica, en El Salvador, la Agencia para el Desarrollo Económico Local Chalatenango, el Fondo de la Iniciativa para las Américas El Salvador y el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales investigan para derrotar al jacinto de agua en varios humedales del país. Esto les ha llevado a considerar su conversión en “bioproductos resultantes de su digestión, como etanol, abonos y biogás”.
El “alto contenido de hemicelulosa y celulosa, biopolímeros considerados como precursores de bioetanol a partir de su fermentación” llevó también en 2013 a investigadores de la Universidad Nacional de Colombia y de la Autónoma de Sinaloa (México) a impulsar su transformación en este biocarburante. Poco antes, también en Colombia, en este caso en la Universidad Popular del Cesar, otro equipo avanzó en la misma dirección.
Instituciones científicas y universitarias de Brasil (una de ellas estudia la valorización en biocombustibles sólidos como briquetas), Zimbabue, China, Taiwan (biometano e biohidrógeno), Etiopía y la India confirman igualmente el interés mundial en aprovechar y reducir la proliferación de la planta mediante su transformación en biomasa energética.
Amoldarse a las limitaciones de comercio con una planta invasora
Precisamente de la India, en concreto de varias universidades de Calcuta, proviene la publicación (en la revista 3 Biotech) más reciente de un trabajo de investigación en este campo. En él se pormenorizan los pretratamientos de hidrólisis enzimática para conseguir una fermentación apropiada del etanol. Concluyen que el jacinto de agua es “un recurso potencial de biomasa disponible en muchas regiones tropicales del mundo y con un conocimiento técnico adecuado puede ser utilizado como materia prima para la producción distribuida a pequeña escala de etanol”.
En cualquier caso, toda investigación y su posible desarrollo comercial ha de observar las limitaciones que supone trabajar con una planta considerada oficialmente como invasora. En nuestro país está incluida en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, lo que conlleva “la prohibición genérica de su posesión, transporte, tráfico y comercio de ejemplares vivos o muertos, de sus restos o propágulos, incluyendo el comercio exterior”.