El 1 de enero de 2020 entró en vigor el reglamento europeo (2015/1189) que establece los requisitos de diseño ecológico aplicables a las calderas de combustible sólido y que afectan a la eficiencia energética y las emisiones de partículas sólidas, compuestos orgánicos gaseosos, monóxido de carbono y óxidos de nitrógeno. Este reglamento tiene que ver sobre todo con las modernas estufas y calderas que queman pélets y astillas.
Según la Asociación de Fabricantes de Generadores y Emisores de Calor (Fegeca), “las calderas de nuestros fabricantes socios cumplen desde hace tiempo los valores marcados por el reglamento, incluso los de otras regiones de Europa donde la legislación local es más restrictiva que la comunitaria”. La certificación de calidad de los pélets e incluso de los instaladores de equipos ayuda en esta dirección.
Pero en España, lo que más se vende y está en uso son los equipos, no tan modernos, que queman principalmente leña: las estufas y chimeneas de toda la vida. A estos les afecta otro reglamento europeo (2015/1185) que será de obligado cumplimiento a partir del 1 de enero de 2022 y con similares requisitos estrictos en cuanto a eficiencia energética y emisiones.
“Va a suponer una barbaridad adaptarse”
“En España va a suponer una barbaridad adaptarse, en comparación con otros países de la Unión Europea que están más avanzados en el cumplimiento de requisitos tan estrictos. Por ejemplo, el estándar de las ‘siete estrellas’ francés se consigue con los requisitos a aplicar en 2022”. Son palabras de Carlos Oliván, presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Estufas, Chimeneas y Cocinas para Combustibles Sólidos (Aefecc).
Según esta asociación, aunque no existen censos precisos sobre el número de equipos que queman leña en nuestro país, la cifra ronda los dos millones, con una media anual de instalación de 100.000 unidades. Según el último censo realizado por la Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa, en 2018 había en España 298.399 estufas y calderas modernas alimentadas con pélets y astillas, 53.480 más que en 2017, lo que demuestra un parque instalado y un crecimiento menor que el de los equipos de leña.
Aefecc implantó en 2015 un sello de calidad que, también según el número de estrellas, marca el cumplimiento de los requisitos que exige la normativa europea. En la última edición de Expobiomasa, desde Lacunza, uno de los socios de la asociación, afirmaban que entre el ochenta y el noventa por ciento de su catálogo cumple ya con la normativa que exige la UE para 2022.
No vale la “estufa de cuatro chapas”
Sin embargo, casi todo lo que hay ahora instalado y de lo que hay a la venta no cumple con esa normativa, y lo ocurrido en Villanueva del Arzobispo demuestra que incluso no se cumple con reglamentos anteriores menos estrictos. Oliván asegura que “en Alemania y algunas zonas de Inglaterra no te dejan encender la estufa que ya tienes si no cumple con la normativa, y van a tu casa y te revisan la instalación para certificarlo”.
“En España el primer paso es estar preparados porque no se va a poder vender la estufa de 250 euros de ferretería con cuatro chapas, sino que hay que apostar por sistemas de doble combustión y doble cuerpo, atacar el humo antes de que salga para quemar las partículas en suspensión, y con circuito de aire interno y con mucho menor consumo”, afirma el presidente de Aefecc.
El problema está también en una leña muy húmeda
Pero el problema no está solo en los equipos, sino también en la materia prima. Ahora mismo se destina el doble de leña (1,2 millones de toneladas anuales) a calentar los hogares que de pélets (600.000 toneladas anuales). La gran mayoría de la leña que se quema está muy húmeda porque se emplea poco después de cortarla, y la humedad es una de las variables que provoca mayores emisiones de partículas.
El que la leña se venda al peso y no por volumen es uno de los escollos para que sea más ligera, tenga menos humedad y provoque menos contaminación. “Hay que formar a instaladores y usuarios, incluido sobre qué leña se puede quemar”, añade Oliván, quien también es consciente del reto que le espera a los fabricantes y los distribuidores.
“Los fabricantes sí estamos preparados, nos va a suponer un coste, porque hay que apostar por equipos más complejos que exigen una mayor inversión, y todo con la incertidumbre de si se va asumir el precio más elevado que tendrán con respecto a lo que hay ahora en el mercado”, prosigue Oliván, que advierte sobre la posibilidad de implantar un “plan renove” que facilite la entrada en el mercado de nuevas estufas y chimeneas.