Lo cierto es que, hasta el momento, el gran bagaje que aportó Probiogás para aprovechar numerosas corrientes de residuos agroindustriales para producir biogás no se ha aplicado casi a escala comercial. Se conocen pocos proyectos que aprovechen subproductos de la industria del pescado, entre los que destaca la planta de Carballo Biometanización (Carbio) en Vigo.
Pero se sigue investigando, como se hizo con proyectos como ProValue y como se hace ahora con Optiges. Este último tiene como principal objetivo “mejorar la gestión integral las vísceras de pescado, tanto a bordo como en tierra, para realizar una adecuada valorización de estos residuos como recursos desde el punto de vista higienico-sanitario, ambiental y económico”.
Así lo explica la Fundación Biodiversidad, que colabora en Optiges al formar parte este del programa Pleamar, que impulsa dentro del Ministerio para la Transición Ecológica. El proyecto está liderado por la Cooperativa de Armadores de Pesca del Puerto de Vigo (ARVI) y cuenta con la participación del Centro Técnico Nacional de Conservación de Productos de la Pesca, dependiente de la Asociación Nacional de Fabricantes de Conservas de Pescados y Mariscos (Anfaco-Cecopesca).
Definir si es factible producir biogás
Anfaco-Cecopesca ha participado ya en varios estudios sobre la valorización y aprovechamiento de diferentes residuos del sector, incluido uno centrado en la conversión en biogás. Otros han sido la valorización de los residuos de algas de arribazón generados en la limpieza y acondicionamiento de bancos marisqueros; y de los descartes y subproductos de especies capturadas en las pesquerías de arrastre de la costa española. Ahora hace lo propio en Optiges.
Desde ARVI aseguran a Energías Renovables que “la posibilidad del aprovechamiento energético va a depender en buena medida de los resultados de los ensayos de laboratorio definidos por Anfaco-Cecopesca”. “Con ellos –añaden– se definirá si es factible y también un enfoque previo de modelos, porque “en un proyecto como Optiges, de sólo doce meses de duración (concluye en febrero de 2020), no se podrá avanzar mucho más; quizás a posteriori sea preciso complementarlo con otro que atienda este ítem concreto”.
Los objetivos específicos de Optiges que apuntan ARVI y la Fundación Biodiversidad son conocer las características de las vísceras en relación con los parámetros que van a influir en sus posibilidades de aprovechamiento realizando una categorización Sandach y formar a las personas implicadas en las posibilidades de mejora respecto a la situación inicial y la correcta gestión integral en los barcos de estos residuos.
Vísceras de merluza, rape y rapante
El acrónimo Sandach hace referencia a los subproductos de origen animal no destinados a consumo humano. Su gestión, desde que se generan hasta su uso final, valorización o destrucción, está regulada para garantizar que no se generen riesgos para la salud humana, sanidad animal o el medio. La Fundación Biodiversidad recuerda que esta gestión “es clave su categorización para poder ver sus posibilidades de valorización”.
La nota de prensa de ARVI recuerda también que el proyecto Optiges “tiene especial relevancia tras la entrada en vigor de la obligación de desembarque que exige a todos los buques de pesca a traer a los puertos todo el pescado capturado”.
En concreto se analizarán las vísceras de merluza, rapante y rape descargadas en diversos buques de la flota española (cuatro barcos que faenan en el caladero de Gran Sol y en litoral gallego) y en el puerto de Vigo. Según ARVI, “se aspira también a diseñar un sistema de logística en los puertos para la correcta gestión de estos residuos tras su desembarco, en función de los resultados del estudio”.