Se parte de una situación en la que, como expone en una nota de prensa la Fundación Descubre sobre la investigación asociada a Algared+, “los costes siguen siendo demasiado altos para poder competir con los combustibles fósiles tradicionales”. La situación es la de más de diez años de estudios y plantas prototipo que intentan convertir microalgas en biocarburantes, esencialmente biodiésel, para luego hacer rentable el proceso a escala industrial.
Hasta ahora no se ha conseguido, pero los investigadores de las universidades de Huelva y Algarve insuflan nuevas esperanzas al diseñar un proceso que “reduce los gastos asociados a la producción de microalgas incluyendo fuentes de carbono procedentes de residuos agroindustriales”.
Los desechos empleados han sido el extracto de vaina de algarroba, glicerol procedente de la producción de biodiésel y las lías de residuos de vino oxidado. Con ello alimentan a la microalga Chlorella sorokiniana, que contiene “un alto potencial biotecnológico por su capacidad de sintetizar ácidos grasos de interés industrial”, según la Fundación Descubre.
Se ha conseguido duplicar la velocidad de crecimiento de las microalgas
De esta manera se ha conseguido duplicar la velocidad de crecimiento de las microalgas, aprovechando que estas son capaces de nutrirse de manera autótrofa (con dióxido de carbono y luz solar) o heterotrófica (a partir de fuentes de carbono orgánico). “Con la combinación de ambas, logran eliminar el problema de la falta de alimento en las zonas de sombra de los tanques donde se crían”, explica la información de la fundación.
Algared+ está financiado a través del Programa de Cooperación Transfronteriza España-Portugal (POCTEP). Su principal objetivo es “promover la excelencia científica en el campo de la biotecnología de microalgas mediante la creación de una red transnacional de universidades, centros de I+D+i, centros tecnológicos y empresas dedicadas a la investigación, la producción y exploración de biomasa de microalgas, potenciando su competitividad a nivel internacional”.
Más sobre cultivos con residuos agroindustriales y alimentación mixta de algas
Casi a la par echó andar otro proyecto similar, que también aprovecha corrientes de residuos orgánicos pero que no tiene expresamente a los biocarburantes como uno de sus productos finales. Se trata del proyecto LIFE Algaecan, cuyo objetivo es “desarrollar una planta de demostración de un modelo de tratamiento sostenible de aguas residuales procedentes de la industria de procesamiento de frutas y hortalizas a través del cultivo rentable de microalgas heterótrofas como materia prima para producir biofertilizantes, piensos para animales, bioplásticos, etcétera”.
Hace cuatro años, otra investigadora de la Universidad de Huelva, Marta de la Vega, del Departamento de Química y Ciencia de los Materiales, publicó una tesis basada en la mezcla de los dos tipos de alimentación (heterótrofa y autótrofa) a una microalga manipulada genéticamente.
“Mediante el cultivo en condiciones mixotróficas y carencias nutricionales se ha inducido la síntesis de lípidos neutros”, concluía. Añadía que “la carencia de nitrato y fosfato en el medio de cultivo incrementó el contenido en lípidos neutros en 2,27 y 2 veces respectivamente. Con un método de cultivo en dos fases se podría conseguir valores en lípidos hasta diez veces mayores que en el cultivo control”.