Ni en el mundo, ni mucho menos en España, los biocarburantes pasan por su mejor momento. Sin embargo, una cita como la organizada por Ecologistas en Acción siempre garantiza debate, controversia y estudios y contra-estudios sobre la mesa. Como conclusión principal de los dos días que duraron las jornadas (viernes 22 y sábado 23 de marzo) se puede afirmar que prevaleció la idea de que los biocarburantes, al formar parte de la producción agro-industrial convencional (uso de plaguicidas, consumo de agua, acaparamiento de tierras…) no son considerados como una alternativa limpia y renovable, a pesar incluso de estar obligados a acreditar su sostenibilidad, cosa que no ocurre con alimentos, cosméticos u otros productos derivados de las mismas materias primas.
También se les ve como integrantes de un modelo de movilidad insostenible. Así lo expusieron los organizadores al final de las jornadas en los cinco puntos de conclusiones-propuestas: “Eliminar objetivos obligatorios para agrocombustibles en la directiva europea de energías renovables; Incluir criterios de justicia social y ambiental para la producción y uso de biomasa y biocarburantes y que solo procedan de residuos; Contabilizar las emisiones procedentes del cambio de uso indirecto del suelo (ILUC, en sus siglas en inglés) en las directivas europeas de renovables y calidad de carburantes; Reducción del consumo energético en el transporte (como mínimo un 20% en 2020), disuadir del uso del automóvil y fomentar el transporte público colectivo y los modos no motorizados; y Reducción drástica de la necesidad del transporte de mercancías y personas y reorientarlo hacia el ferrocarril".
Sin independencia energética
Diversos ponentes ahondaron en que no hay independencia energética porque dependemos de la materia prima que se produce en otros países. Para ello, recordaron el informe de la Comisión Nacional de Energía sobre producción y consumo de biocarburantes en España en 2011, donde, entre otras conclusiones, se destaca que el biodiésel usado en España está fabricado en un 95,5 % con materias primas foráneas (soja argentina y palma indonesia). Sobre la soja, tanto Carlos Vicente, de la ONG Grain, como Silvana Buján, de BIOS Argentina, denunciaron los efectos para la salud que tienen las fumigaciones masivas de este monocultivo.
Sin embargo, una de las grandes controversias sigue siendo la introducción del ILUC en la contabilidad de los gases de efecto invernadero que provocan los biocarburantes. Nosa Urbancic, directora del área de Carburantes de Transport and Environment, afirmó que “la reducción al 5 % de los biocarburantes procedentes de cultivos es un paso en la dirección correcta, pero una medida insuficiente mientras no se incluyan las emisiones del ILUC”. Carlos Alberto Fernández, jefe del Departamento de Biocarburantes del IDAE, y Óscar García, el nuevo presidente de APPA Biocarburantes, defendieron que no está justificada científicamente esta contabilidad del ILUC. García añadió que “no nos mostramos en contra de que se trabaje más y se maduren los estudios para su futuro aplicación”.
Del 1 al 8 en la tasa de retorno de energía
En todos los casos, se cuestionaron los objetivos de la Comisión Europea. Desde las ONG ecologistas, al demandar su eliminación, y desde APPA Biocarburantes, al considerarlo imposible de cumplir sin el biodiésel y el bioetanol procedentes de cultivos: “no hay tecnología ni producción para cubrir el 5 % restante con biocarburantes avanzados antes de 2020”, señaló Óscar García. Por este motivo, solicitó fijar un objetivo del 2 % para estos últimos dentro del 10 % previsto por la CE para 2020. También recordó que, aunque se ha acusado a los biocarburantes de aumentar la deforestación esta ha descendido un 25 % en los últimos años.
Otro debate interesante fue el relacionado con la tasa de retorno energético (TRE). Carlos de Castro, profesor titular del Departamento de Física Aplicada de la Universidad de Valladolid, expuso el análisis que han realizado de diferentes estudios en este campo. “Los optimistas sitúan la TRE en 3 y los más pesimistas en 1, por lo que se podría concluir que realmente es menos de 2, cifra que revela claramente la insostenibilidad de los biocarburantes en ete apartado”, recordó De Castro. Fernández, del IDAE, recordó que algunos estudios la suben a 8, aunque el profesor de Física Aplicada añadió que tanto la baja productividad como la huella ecológica (“el doble que la de los combustibles fósiles”) convierte a los biocarburantes en “no renovables”.