Por los desagües de fregaderos. Por aquí se tira la gran mayoría del aceite vegetal usado que empleamos para cocinar. Así se confirmó en la última reunión del proyecto Recoil, que, enmarcado en el programa de la Comisión Europea Intelligent Energy Europe, tiene como objetivo mejorar las tasas de recuperación, especialmente en los hogares, que es donde han detectado que hay mayores defectos en la gestión de unos residuos destinados en su inmensa mayoría a la producción de biodiésel. El 60% de los 1,7 millones de toneladas de aceites usados que se producen al año en Europa acaban en las tuberías, dificultando la depuración de las aguas residuales.
“El biodiesel de aceites usados produce el mayor ahorro de gases de efecto invernadero entre los biocarburantes, no compite con otras materias primas comestibles y no produce efectos en el cambio de uso de la tierra”. Con esta máxima se presentó la jornada de Recoil en Bruselas el pasado martes 3 de marzo, auspiciada por la European Biomass Industry Association (Eubia). La mesa redonda sirvió para poner al día el desarrollo del proyecto, pero también para recordar algunas de las barreras que según los socios de Recoil impiden que se mejore la recogida de aceites procedentes de los hogares.
Seis medidas para superar seis barreras
Las seis barreras que se definen como trascendentales conllevan la demanda de otras tantas medidas para superarlas: una legislación europea clara y estable sobre biocarburantes que incluya una promoción específica para los avanzados; líneas de apoyo a los pequeños productores en cada Estado; elevar las mezclas de biodiésel en el transporte; aumento de los recursos públicos para la producción e investigación en biocarburantes avanzados; legislación también clara sobre los residuos y el desarrollo de sistemas de certificación; y avanzar en la sensibilización del problema y las soluciones entre los responsables políticos y el público en general.
Durante los primeros pasos de Recoil se difundió que “el biodiésel producido a partir de aceites de cocina usados podría alcanzar el 1,5% del consumo de diésel de la UE, ayudando a los Estados miembros a alcanzar el objetivo de incorporar el 10% de energías renovables en el transporte para el año 2020”. Esto a pesar de que la alianza Leaders of Sustainable Biofuels, grupo de empresas vinculadas a la producción de biocarburantes de segunda generación, presiona para que este tipo de biodiésel no entre en el porcentaje que se establezca para los avanzados para 2020 en la reforma de las directivas de energías renovables y de calidad de carburantes.
Una guía de buenas prácticas
Las demandas presentadas la semana pasada se encuentran en un documento de posición firmado por todos los miembros que forman el consorcio de Recoil. En total son once socios procedentes del mundo empresarial, la investigación y la administración pública procedentes de seis países, además de Eubia. España está representada por la Agencia Provincial de la Energía de la Diputación de Cádiz, quien el pasado mes de febrero presentó una de las herramientas derivadas del proyecto, una guía on line que está disponible en el portal de la iniciativa y que ilustra sobre los sistemas de recogida y transformación idóneos para cada población.
No obstante, tanto algunos ayuntamientos gaditanos como una de las empresas que participan en Recoil, BioUniversal, están bajo sospecha por las acciones emprendidas por la Asociación Nacional de Gestores de Residuos de Aceites y Grasas Comestibles (Geregrás) relacionadas con irregularidades cometidas en la concesión de los servicios de recogida.
Mientras tanto, Recoil llega a la recta final (acaba este mismo año) tras identificar y evaluar las mejores prácticas existentes en materia de promoción, recolección y transformación de aceites de cocina usados en biodiésel. Identificadas las barreras mencionadas y las medidas propuestas, toda esa información sirve para poner en marcha proyectos piloto que validan las mejores prácticas detectadas, difundir los resultados e impulsar iniciativas similares en otras regiones.