La revista Nature Catalysis acaba de publicar el trabajo de un equipo de investigadores de universidades de Australia, Inglaterra y China que “han desarrollado un método robusto y de bajo costo para reciclar el aceite de cocina usado y los desechos agrícolas en biodiésel y convertir los restos de comida y la basura plástica en productos de alto valor”, según informan desde la RMIT University.
La nota de prensa recuerda que actualmente el aceite de cocina usado tiene que pasar por un proceso de limpieza intensivo en energía para que posteriormente se convierta en biodiesel “porque los métodos de producción comercial solo pueden manejar materias primas puras, con entre un uno y un dos por ciento de contaminantes”.
En este caso, aseguran que la investigación del mencionado equipo ha logrado diseñar un “nuevo catalizador tan resistente que puede producir biodiésel a partir de materias primas de baja calidad que contienen hasta un cincuenta por ciento de contaminantes”.
Valioso para producciones locales de biodiésel con residuos agrícolas en países en desarrollo
El co-investigador principal, el profesor Adam Lee de la Escuela de Ciencias de la RMIT, afirma que “las tecnologías de catalizadores convencionales trabajan con materias primas de alta pureza y requieren de costosas soluciones de ingeniería para compensar su escasa eficiencia”.
Por el contrario, Lee considera que “nuestros nuevos catalizadores pueden ayudarnos a recuperar el valor total de unos recursos que normalmente se desperdician”. Su colega en el mismo departamento y también co-investigadora principal, la profesora Karen Wilson, añade que “esto es particularmente importante en los países en desarrollo, donde el diésel es el principal combustible para alimentar los generadores de electricidad domésticos”.
"Si pudiéramos empoderar a los agricultores para que produzcan biodiésel directamente a partir de desechos agrícolas como el salvado de arroz y las cáscaras de anarcardos y de semillas de ricino en su propia tierra, ayudaría a abordar problemas críticos de pobreza energética y emisiones de carbono", apostilla Wilson.
Un catalizador cien veces más fino que un cabello humano
Menos comprensible es que Wilson afirme que “si los nuevos catalizadores se usan inmediatamente para la producción de biodiésel, con un mayor desarrollo podrían adaptarse fácilmente para producir combustible para aviones a partir de desechos agrícolas y forestales, neumáticos de goma viejos e incluso algas”. Al menos no se entiende que un recurso no orgánico como los neumáticos se utilice para producir biocombustibles.
Para elaborar el nuevo catalizador ultraeficiente, el equipo de Wilson y Lee fabricó una esponja de cerámica del tamaño de una micra (cien veces más fino que un cabello humano) que es altamente porosa y contiene diferentes componentes activos especializados.
La Universidad de Córdoba trabaja con ultrasonidos
Desde la RMIT University explican que “las moléculas pasan inicialmente a la esponja a través de poros grandes, donde se someten a una primera reacción química, y luego pasan a poros más pequeños para una segunda reacción”.
“Es la primera vez que se desarrolla un catalizador multifuncional que realiza varias reacciones químicas en secuencia dentro de una sola partícula de catalizador, lo que podría cambiar las reglas del juego en un mercado que mueve 34.000 millones de dólares”, concluyen en la nota de prensa.
En España, la Universidad de Córdoba trabaja en varias líneas de investigación para producir biodiésel a partir de los ácidos grasos presentes en los desperdicios de alimentos. Los últimos datos de este año es que lograron reducir de una hora a veinte minutos el tiempo dedicado a la transformación de los ácidos grasos en biodiésel (transesterificación), incluyendo ultrasonidos en el proceso.