Hace un par de años Ainia Centro Tecnológico informaba sobre los procesos de valorización de residuos del cultivo de la vid y producción de vino dentro de la biorrefinería Clamber. En la fase piloto se obtuvo, entre otros productos, biogás. Estaba dentro de los contratos de investigación, desarrollo e innovación asociados a la biorrefinería, entre los que también salió agraciada Camelina Company España, empresa muy centrada en la producción de biocarburantes para la aviación.
Ahora Asebio, en una visita celebrada hoy a la biorrefinería, presenta los avances de su participación en ella dentro del proyecto ValorPlus, cofinanciado por la Unión Europea a través del Séptimo Programa Marco. El evento de demostración, denominado Zero-Waste Biorefineries, ha permitido conocer la situación de las cinco áreas en las que se trabaja.
Butanol, además de proteínas y prebióticos
Un área tiene que ver con el pre-tratamiento y fraccionamiento de la biomasa lignocelulósica; tres con las valorizaciones de hemicelulosa, lignina y glicerol; y una última con la demostración del potencial tecnológico y económico de la integración y escalado dentro de las cadenas de valor de biorrefinería existentes y futuras.
La valorización de la hemicelulosa, un polisacárido que forma parte de la membrana de las células vegetales, permite su “despolimerización controlada a través de procesos combinados quimio-enzimáticos y quimio-microbianos y la transformación de materias primas de lignina en productos de alto valor añadido”, informan desde Asebio.
Más concretamente detallan que “se obtienen, a través de procesos de fermentación de los monosacáridos, butanol, proteínas de células individuales para la alimentación y xilitol (un sustituto de azúcar bajo en calorías), así como prebióticos a partir de los oligosacáridos obtenidos y purificados durante el proceso”.
“Aumento significativo” de la rentabilidad y competitividad con residuos agrícolas
En la nota de prensa de Asebio no hay más referencias a productos vinculados a la bioenergía. Sí se citan los polihidroxialcanoatos (PHAs), precursores de los bioplásticos para la agricultura, bolsas, botes, etcétera; ácido cítrico como aditivo alimentario y detergente; y ácido succínico para poliuretanos, aditivos para pinturas y recubrimientos, adhesivos, aditivos alimentarios, plásticos biodegradables, compuestos farmacéuticos, etcétera.
Javier Velasco, delegado de la Comisión de Biotecnología Industrial de Asebio, asegura que gracias a estos procesos “se consigue un aumento significativo de su rentabilidad y competitividad (residuos agrícolas) frente a sus equivalentes petroquímicos, gracias no solo a la mejora de la eficiencia del proceso por tratar un multiproducto, sino por dar un nuevo valor a algo que en un principio parecía carecer de ello”.
Dos toneladas de residuos al día
Desde Asebio recuerdan que “la biorrefinería Clamber es una instalación pública a escala demostrativa que está al servicio de las empresas para hacer pruebas de escalado, optimización de bioprocesos, desarrollo de nuevos bioproductos, estudios de viabilidad técnica y económica y formación, etc. en materia de valorización material de la biomasa”.
Tiene un tamaño casi industrial (trata dos toneladas al día de biomasa lignocelulósica) y dispone de un tren de fermentación que va desde tres litros a 20.000. Asebio sostiene que esto permite que “los resultados obtenidos sean mucho más representativos y fiables”. Velasco apostilla que “debemos dotar de mayor importancia a los bioproductos y bioprocesos para crear una percepción positiva y facilitar su acceso al mercado”.
Asebio ha aprovechado para anunciar su adhesión a la futura estrategia española de economía circular, actualmente en elaboración, y que parte del Pacto por la Economía Circular, suscrito en septiembre por decenas de agentes sociales y empresariales.