El Gobierno de España, a raíz del real decreto aprobado el pasado martes, establece una obligación de penetración de biocarburantes sobre el total de ventas de combustibles en el transporte de un 9,5 por ciento para 2021 y de un 10 por ciento para 2022 en contenido energético.
Si se compara con el 17,5 por ciento de Países Bajos y el 18 de Finlandia marcado para 2021, e incluso el dos por ciento de este último país para los biocarburantes avanzados (España establece un 0,1 por ciento indicativo), indudablemente nuestro país se queda muy atrás. Es más, Finlandia añade algo que lleva reclamando tiempo la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA): la desaparición del doble cómputo para los biocarburantes avanzados.
Sin embargo, si miramos a países como Austria (5,75 de biocarburantes para 2021), Chipre (7,3), Dinamarca (7,6) o Luxemburgo (7,7), los porcentajes de España salen más reforzados. Además, países de nuestro entorno, como Francia (8,6 por ciento en gasolinas y 8 en gasóleos al tener cuotas diferenciadas para bioetanol y biodiésel), Italia (10) y Portugal (11, en volumen, no en contenido energético) presentan porcentajes similares.
Cada Estado miembro cumple de una manera su compromiso de renovables en el transporte
Los datos están sacados de una tabla elaborada por la asociación europea de la industria del etanol (ePure), quien recuerda que “el uso de biocarburantes en la Unión Europea (UE) varía según la elección que toma cada Estado miembro para cumplir con sus objetivos de energías renovables en el transporte y de reducción de la intensidad de gases de efecto invernadero del transporte en virtud de la directiva sobre la calidad del combustible”.
Añade ePure que algunos Estados “establecieron un objetivo general de incorporación de biocarburantes; otros objetivos separados para los biocarburantes en la gasolina y el diésel o ambos (España los tuvo, pero ya no cuenta con ellos, y la industria los sigue reclamando); y finalmente los hay que se basan únicamente en objetivos para la reducción de la intensidad de carbono en los combustibles”.
Noruega, Francia y en parte Austria no quieren saber nada del aceite de palma
Aunque ePure habla de la UE y los Estados miembros, en su tabla expone también la situación en el Reino Unido, que ya no pertenece a la primera. Es un ejemplo que refleja otras excepciones o singularidades que tienen una importante transcendencia política en torno a los biocarburantes. Por ejemplo, este país establece ya un máximo del 3,83 por ciento para aquellos que procedan de cultivos agrícolas, algo que en España está en el siete por ciento.
En la lista no aparece Noruega, al estar fuera de la UE, pero fue el primer país del continente en quitar la consideración de renovable al biodiésel producido con aceite de palma. Otro país que se ha adelantado a las directrices de la Comisión Europea, que establece un calendario de eliminación de esta consideración hasta 2030, empezando en 2023, es Francia.
Como recuerda ePure, el país galo también tiene prohibido el uso del biodiésel de aceite de palma para el cómputo de biocarburantes en el transporte, y además tiene puesto un límite para la soja del 0,7 por ciento en el diésel. En Austria, el mismo biodiésel está limitado a los niveles de 2019 y a partir de aquí se irá eliminando progresivamente. Ecologistas en Acción pide que en España se tomen ya medidas similares para impedir que los aceites de palma y de soja se consideren como biocarburantes renovables.