La instalación, que ha sido ubicada sobre la azotea de la primera planta del hospital, es considerada de autoconsumo sin excedentes, está conectada a la red interior y consta de 135 módulos solares, de 530 vatios pico de potencia. Según el Ejecutivo foral, el diseño del proyecto se ha perfilado en función del consumo energético total mensual y de datos de producción mensuales con el objetivo de buscar una amortización óptima. La iniciativa, financiada por el departamento navarro de Desarrollo Económico y Empresarial (con 47.827,75 euros), va a producir un "ahorro mínimo estimado anual, calculado en base a los precios de facturación del año 2020, de unos 9.800 euros".
El montaje de los paneles se ha realizado sobre la cubierta de la primera planta del centro hospitalario con una estructura prefabricada de hormigón, que permite una inclinación de 15º respecto a la horizontal y una orientación de 32º sureste para adaptarse a la configuración de los pasillos existentes en la terraza. Al apoyar los módulos directamente en la estructura, se permite la ausencia de taladros sobre la cubierta y se preserva, de esta manera, su capa de impermeabilidad. "Analizados los datos climáticos -explican desde el Gobierno foral-, se ha calculado que es posible generar unos 95.040 kilovatios hora, lo que supondrá un 2,37% de la energía consumida a lo largo de ese período en el hospital de la Ribera navarra". La instalación solar fotovoltaica (FV), que ha sido ejecutada a lo largo del mes de agosto, constituye -informa el Gobierno- una primera fase, a la que seguirán otras en los próximos años incrementando el número de paneles solares en el Hospital de Tudela.
Las virtudes de esta solución, según el Gobierno foral
La puesta en marcha de este autoconsumo FV ayudará a cumplir -informa el Gobierno- con las exigencias del Plan Energético de Navarra, Horizonte 2030, reduciendo la emisión de gases de efecto invernadero mediante el autoabastecimiento del edificio con energía limpia y evitando pérdidas energéticas por transporte de electricidad, al consumir la electricidad en el mismo lugar donde se produce. Además -añaden desde el Ejecutivo foral-, esta solución no genera residuos ni consume agua, no produce contaminación acústica, no requiere construcción de represas, tala de bosques, ni construcción de tanques de almacenamiento de combustible, aprovecha un espacio vacío, demanda un escaso mantenimiento, tiene una vida útil larga (en torno a los 30 años) y un período de amortización de aproximadamente cinco años. “La apuesta de la Administración Pública por esta energía renovable resulta, por tanto, un ejemplo especialmente ejemplarizante para el resto de la sociedad”, destacan desde el Ejecutivo foral.