El camino hacia la creación de Comunidades hasta el momento ha venido marcado por la llegada de los Fondos Next Generation, que han empujado a la aparición de múltiples proyectos a la sombra de estos fondos. Recursos que, en muchos casos (no en todos, afortunadamente) están siendo acopiados por aquellos que han manejado históricamente estos recursos, la organización del trabajo, la energía y el territorio bajo intereses particulares y mercantilistas, con un más que dudoso enfoque de preocupación medioambiental; están reduciendo la crisis ecosocial al cambio climático, dificultando las alianzas nacidas desde abajo y se posicionan totalmente alejados de los intereses comunes del conjunto de la población. En definitiva, a lo largo y ancho del territorio del estado español, han surgido multitud de Comunidades, muy diversas y dispersas.
Normalmente cuando nace una entidad de este tipo, lo hace a la par que intenta poner en marcha un primer proyecto, empujada por la ilusión y entusiasmo de las personas promotoras: principalmente de una forma voluntaria y en muchos casos con escasa o nula experiencia en los diversos campos que deben de acometerse tanto en el funcionamiento de la entidad como de los proyectos. La idea central es adquirir toda la experiencia y conocimiento posible dentro de la Comunidad y que este sea trasladado a todas las personas que la conforman de tal forma que sean empoderadas, se puedan dotar de un espíritu crítico y mantener los valores y objetivos fundacionales.
Necesidad de acompañamiento inicial
Pero eso no ocurre de la noche a la mañana. Si el grupo no cuenta con personas que ya tienen ese conocimiento o experiencia y es capaz de resolverlo por sí misma, necesita de acompañamiento en el camino que inicia, tal y como lo realizamos desde Goiener con las Comunidades que así nos lo solicitan. La entidad por sí misma tiene que cumplir con todos los requisitos legales, que pueden ser conocidos por sus promotores o no, pero que deben de ser cumplidos sí o sí, puesto que a ello se han comprometido. A su vez los proyectos también tienen requerimientos de conocimientos técnicos que deben de ser aportados.
Estos requerimientos de conocimiento, tanto de la entidad como del proyecto, aunque inicialmente sean relativamente sencillos, deben de tener la respuesta adecuada en cada momento, bien de forma interna o bien acompañados de forma externa. Además, deben de preparar a la entidad para ir adquiriendo complejidad conforme va realizando su recorrido.
Ello hace que sea necesario acudir a herramientas ya creadas, pero que en algunos casos necesitan adaptarse a la casuística de la entidad, sin olvidar los objetivos y valores fundacionales.
Una plataforma digital común
Desde la Economía Social y Solidaria se está trabajando en la construcción de una plataforma digital con aplicación de código abierto para dar esos servicios a partir de la plataforma Som Comunitats, en colaboración y de forma abierta con cooperativas con amplia experiencia y recorrido en el sector energético y en la Economía Social y Solidaria (Som Energia, Tandem, Goiener, Energética, Ecooo) con el fin de dotar a la herramienta de las características y funciones necesarias para satisfacer las necesidades de cualquier Comunidad en cualquier ámbito territorial del estado español.
La plataforma sigue expandiendo su ámbito territorial y abriéndose a la incorporación de nuevas cooperativas, con valores análogos, que aporten sus experiencias y recorridos hechos hasta el momento en sus espacios de actuación. A partir de la incorporación de esas experiencias y teniendo como guías en cada territorio a todas esas cooperativas, las Comunidades que soliciten estos servicios podrán primero acceder a ellos y estar en disposición de cumplir con todos los requisitos que se les exijan, realizar aprendizajes dentro de la plataforma para, poco a poco, ir gestionando ellas mismas sus necesidades apoyadas por las herramientas de las que se dota a la plataforma, buscando el mayor empoderamiento de las Comunidades y, por consiguiente, de la ciudadanía. Y con ello, que la transformación real del modelo energético ocurra.
El modelo oligopólico actual va a tratar de sobrevivir haciéndonos pensar que todo está cambiando para que, en realidad, nada cambie. Lucha por seguir manteniendo su cuota de mercado, proponiendo modelos de Comunidades sin ningún control de la ciudadanía (aunque lo parezca) que quedarán totalmente desamparadas cuando las grandes corporaciones pierdan el interés. Las Comunidades tienen que ver sus necesidades técnicas cubiertas para dedicar sus energías a fortalecer el grupo y pensar a medio y largo plazo, que es su verdadero potencial transformador. Son la herramienta perfecta para transformar no solo el modelo energético, también el modelo social individualista y consumista que prevalece hoy en día.
A la vez quienes ofrecen esos servicios a las Comunidades no pueden ser únicamente prestadores de servicios inocuos, sin más aspiraciones que sobrevivir en el mercado o acaparar todavía más volumen. Deben estar alineados con los valores de la Economía Social y Solidaria si verdaderamente queremos conseguir evolucionar hacia otros tipos de relaciones equitativas entre entidades y personas dentro del ecosistema energético.
El entorno normativo presta el marco de relaciones, pero estas se construyen con los jugadores que participan dentro de él. Si el entorno se engrasa además con ayudas que pretenden impulsar la consecución de objetivos climáticos establecidos dentro del Pacto Verde, este entorno se convierte en un campo de batalla, con las reglas del mercado, que no permite desarrollar el juego en las mismas condiciones para todos los participantes, ya que algunos parten con la dificultad añadida de querer hacer evolucionar ese mercado.
Espíritu crítico y criterios ecosociales
Es cierto que a través de las Comunidades se consigue una mayor aceptación social para la implantación de energías renovables, pero esta aceptación social debe de contener espíritu crítico y dotarse de criterios ecosociales, que permitan a las personas tomar decisiones de forma colectiva y conscientes sobre las repercusiones que éstas tienen en el medio y en nuestro futuro.
Esta aceptación viene de la mano de la barrera de cómo afrontar las cantidades de recursos económicos necesarios para poder ejecutar esos proyectos, que muchas veces se ve limitada en la propia capacidad económica de la entidad, que teniendo un recorrido naciente y pequeño, no tiene por detrás un histórico financiero que le aporte solvencia y reconocimiento, tanto en las propias personas que la componen como en las cercanas, o las entidades financieras que podrían apoyarla, independientemente de presentar proyectos con viabilidad económica que hay que hacer creíbles en medio de panoramas de precios de mercado a la baja. En Goiener trabajamos en las parcelas que nos permitan, dentro de ese marco, crear condiciones, herramientas e instrumentos financieros que permitan hacer accesible el nacimiento y desarrollo comunitario desde nuestros parámetros, apoyando las iniciativas que consideramos cercanas y con valores compartidos.
Nuestra cercanía y actitud de escucha nos está permitiendo avanzar en una oferta integral de servicios que cubre las necesidades actuales a la vez que se adelanta a las que vendrán a medio y largo plazo.
[Pie de foto: segunda edición de la vuelta ciclista Udanbizi 2024, que se celebró en julio de este año. Los participantes aprovecharon para visitar Oñatiko Ur Jauziak, la sociedad del municipio de Oñati (Gipuzkoa) que gestiona varias minicentrales hidráulicas].
* Erika Martínez Lizárraga es presidenta de Goiener, un proyecto cooperativo de generación y consumo de energía renovable con el que se quiere recuperar la soberanía energética
Este reportaje forma parte de la edición en papel ER234 que puedes descargar gratis en este enlace