El Plan Mattei entra en temas de educación y formación, agricultura, salud, energía y agua. Introduce también la colaboración de empresas y operadores italianos para llevarlo adelante y prevé que otros países europeos se adhieran al mismo.
El nombre propuesto tiene carga emocional, pues el ingeniero Enrico Mattei fue un personaje singular muy querido en África, pues no solo ayudó a la independencia de Argelia, sino que como presidente de ENI firmó un acuerdo con los países de origen del petróleo que rompía las condiciones leoninas impuestas por el cártel del petróleo. Murió trágicamente en un atentado aéreo.
La iniciativa italiana es muy plausible y está bien encauzada, pero resultará incompleta si no escala a dimensión europea. En ese sentido espero que la Comisión que surja de las próximas elecciones europeas recoja ese guante, ya que este es un tema que afecta troncalmente al futuro de la Unión.
La cosa parece que va por ahí pues la propia Teresa Ribera, que aspira a liderar estos temas en la Unión, tuvo un “lapsus” en una entrevista en El Correo cuando dijo que no tendría inconveniente en hablar con Meloni, “si hacen propuestas con arreglo a los valores europeos”. Y por su parte Feijoo ya ha expresado que no tendría problemas en pactar con ella porque la considera proeuropea, supongo que después de hablar con Manfred Weber, presidente del PPE.
Bueno es que nuestros políticos, que aquí se comportan como en el cuadro de Goya “Duelo a garrotazos”, salgan del barro y se sientan liberados en Europa. Cuando hablo de la Unión a partir de ahora me refiero a la UE28, incluyendo al Reino Unido, ya que paulatinamente irá estando más vinculado energéticamente a la UE27.
Esta paulatina vinculación se manifiesta por su avidez por incrementar sus interconexiones eléctricas con el continente, incluyendo las de las explotaciones eólicas del Mar del Norte. Pero no solo eso, sino porque el nuevo trazado de hidroducto con Marruecos que plantearon tras el Brexit, transita por aguas jurisdiccionales de España, Portugal y Francia. Antes de 2050 nos volveremos a encontrar.
En esta misma fecha el conjunto de la UE28 tendría una demanda energética bruta que rondaría los 14.000 TWh/año. Abastecida en un 50% por electricidad renovable y en el otro 50% por hidrógeno verde. Este último importado en gran medida por tubería desde el Norte de África. Este escenario es el que dibujan Ad van Wijk y Frank Wouters, en Hidrógeno-El puente entre África y Europa.
Ciertamente parece demasiada proporción de H2, teniendo en cuenta la pérdida energética y exergética del paso por este gas frente a la electrificación del consumo, pero tiene su justificación porque:
• Gran parte de los más de 300 GW eólicos offshore del Mar del Norte que se están construyendo para suministro europeo ya se recibirán en tierra en forma de H2.
• La transferencia mediante líneas eléctricas de varias decenas de GW requeriría que la red eléctrica europea soportase localmente tan elevados volúmenes de inyección o que, alternativamente, se construyese una gran red mallada de ultra alta tensión (UHVDC); lo cual es actualmente implanteable.
• La forma más económica y viable de recibir grandes trasvases de energía es mediante H2 por tuberías de gran diámetro a presión, para ser almacenado directamente en cavernas. Si este procede de energías renovables, con un almacenamiento en cabecera se permitiría una utilización de todas las inversiones cercana al 100%, con drástica reducción del Capex.
• Como muestra: en 2050 el H2 verde de Marruecos puesto en Alemania por tubería, vía España y Francia, costaría entre 1,4 y 2 €/kg (LCoH)
• El producido en la UE costaría 2,9 €/kg (LCoH), según Arthur D. Little.
De esta forma, la opción de autoabastecimiento energético de la UE tendría un extracoste de más de 200 millones €/año, lo que sería una auténtica rémora para la competitividad de la Unión, dado que gran parte de este consumo será industrial.
Es de esperar que iniciativas como la italiana y la alemana prosperen, y que a ella se adhieran otros países europeos para satisfacer sus necesidades energéticas. Se empezará usando gas natural pero, en pro de la descarbonización, se irá rebajando el contenido en carbono del suministro. Esto mediante la inyección de H2 verde hasta que haya que acondicionar los gaseoductos para convertirlos en hidroductos. Alternativamente o en paralelo, en el lado demanda, se irá progresivamente capturando el CO2 emitido (CCS) para almacenarlo geológicamente o en el fondo de los océanos.
Posteriormente se construirán nuevos hidroductos de gran diámetro para optimizar el precio del transporte a grandes distancias. Pero teniendo en cuenta que todo suministro por tubo se puede interrumpir con solo pulsar un botón desde un despacho…
¿Nos vamos a dejar deslizar suavemente por este camino rígido y frágil, que nos lleva a una dependencia del Norte de África, en un bien de vital importancia como es la energía?
Continuará…