Cuando se interviene una vez, se está condenado a intervenir más veces.
Como advertí en agosto del año pasado, la intervención anterior provocó el abandono del carbón. Este tenía un suministro diversificado, era fácilmente transportable y almacenable. Pero se sustituyó por gas. Esto ha dejado a la UE muy vulnerable ante Rusia, la cual, como decía allí “tiene antecedentes de usar los suministros energéticos con fines políticos”.
Efectivamente, siguiendo e intensificando este comportamiento, Rusia ha aprovechado el invierno para invadir Ucrania con fines anexionistas. Nosotros hemos respondido con dos intervenciones más en el mercado energético. No poner en servicio el gasoducto Nord Stream II y comprar GNL a EEUU en grandes cantidades. Claro, mucho más caro por ser GNL y tener que ser transportado en barcos especiales y relativamente pequeños.
Estas intervenciones en el mercado, por sus efectos sobre los precios energéticos, dejan a Europa y a España en particular, abocados a una situación de inflación y desestabilización.
A pesar de esto, Alemania y otros ocho paises del norte de Europa, invocando la libertad de mercado, aunque quizás algunos con razones menos puras, siguen defendiendo no tocar las reglas del sistema marginalista de asignación de precios, en las subastas de electricidad.
Apelando a que somos una isla energética, para no escandalizar al personal, a España y Portugal se les va a permitir intervenir una vez más. Esto para suavizar los efectos multiplicadores del precio del gas que provoca dicho sistema.
Ministra, he leído en la prensa cómo va a ser la fórmula y por eso el título del artículo. La jugada según he entendido funciona de la siguiente manera:
• Se pone un precio máximo al gas para la generación eléctrica a la hora de ofertar. Esto hace que el precio de la electricidad esté limitado. Porque supongo que la hidráulica no se saldrá del plato, después de que a las compañías eléctricas se les llamó a arrimar el hombro en la Moncloa.
• Si el precio real del gas usado es mayor que este límite, la diferencia se le paga al generador con fondos de la tarifa eléctrica. Pero evitando así el efecto multiplicador de su transformación en electricidad y sobre todo evitando su repercusión en el resto de la generación a la que obliga el sistema marginalista.
Se trata de:
• No tocar el sacrosanto sistema marginalista para hacerlo digerible por la Comisión.
• Pagar con la tarifa eléctrica, los excesos del rechinante precio del gas antes de convertirse en electricidad.
• Hacer que el tema bélico no contamine al resto de producciones eléctricas.
De esta forma:
• Como en los ejercicios de artes marciales orientales, se le devuelve a Putin el envite, pero sin provocar. Diciéndole, esto no me hace tanto daño como pretendías, vamos a pactar.
• Jurídicamente nadie puede reivindicar daños, ya que son medidas excepcionales ante situaciones excepcionales provocadas por la guerra.
• De manera suave se abre la lata del cuestionamiento del sistema marginalista durante la Transición Energética. Como en los partidos de futbol cuando se mete el primer gol.
Si por fin se instala en lo que hoy es la “Excepción Ibérica” este sistema y el resto de países ve sus efectos beneficiosos, es de esperar que se revuelva el gallinero hasta el punto de que se generalice. Se conseguiría así con el tiempo la primera aspiración que llevábamos al Consejo Europeo.
¡Chapeau ministra!