El precio de la electricidad subirá al valor que sea necesario para asegurar su suministro ininterrumpido. Por ello, tradicionalmente, el sistema eléctrico ha estado sometido a grandes cautelas. Si embargo la crisis climática obliga a cambiarlo decididamente. La transición emprendida es sin duda un experimento hacia las energías renovables. Como tal, este viaje está sujeto a incertidumbres y, esperemos que no, al riesgo de fracaso.
La UE ha decidido ser pionera en esto. Además, pretende que la transformación se realice en tiempo tasado. Todo ello en base a la creación de un mercado de derechos de emisión de CO2, los cuales van subiendo de precio conforme se va reduciendo su cuantía en el mercado. Este mecanismo resta competitividad a las tecnologías que usan combustibles que lo emiten, terminando con su expulsión del mercado.
Esto ya está pasando con el carbón el cual está en creciente desuso en muchos países. Pero este combustible aportaba flexibilidad y seguridad de suministro al sistema eléctrico. Esto último debido a tener un mercado mundial. Europa además de tener suministros autóctonos, se abastecía con barcos de gran tonelaje trayéndolo de sitios tan lejanos como Australia, Colombia o EE. UU.
El lugar del carbón lo ha ocupado el gas natural (GN), que de este modo se ha convertido en el combustible clave de la generación. Además, gracias al sistema marginalista de precios que rige en el mercado eléctrico, impone de hecho el precio de la electricidad.
Sin embargo, el GN, para atender a los volúmenes demandados actualmente, requiere gaseoductos; lo cual produce segmentación de mercados por zonas geográficas. Rusia, que es el segundo productor mundial de este gas, tiene poder de mercado en una zona donde la UE es muy deficitaria. Además, dicho país tiene antecedentes de usar los suministros energéticos con fines políticos. No será en esta ocasión su responsabilidad la estrepitosa subida del precio del GN, pero ésta, sumada a la de los derechos de emisión y al sistema de asignación de precios, ha encarecido de manera insoportable el precio de la electricidad.
No es adecuado que Europa mantenga esta situación de vulnerabilidad. Hubiese sido deseable que con la decisión de descarbonización se hubiese adoptado un modelo inicial de mercado capaz de amortiguar turbulencias como las actuales.
Este modelo, que estamos a tiempo de implantar, debería de considerar que en el pool confluyen dos tipos de productos:
• La electricidad bruta o de relleno, como la producida directamente por renovables.
• La electricidad flexible, como la producida por energías fósiles o el agua de embalses.
Entre ambas conforman un nuevo producto adaptado a la demanda del consumidor.
Habida cuenta que el escenario al que vamos se caracterizará porque la energía de relleno será dominante y más barata, mientras que la cuota de energía flexible será menor y mucho más cara, hubiese sido conveniente para minimizar el impacto de los precios de la electricidad flexible, partir con un método que calculase el precio de mercado como media ponderada de las ofertas casadas en el pool. Esto diluiría la actual y seguramente persistente elevación de precios del GN.
El Modelo Inicial de Mercado que propongo funcionaría con las siguientes reglas:
– La liquidación se realizaría al precio ofertado.
– Las instalaciones existentes del régimen general ofertarían al precio resultante de aplicar un algoritmo pactado. Este, referido a los costes de generación de la electricidad ofertada, incluyendo los de retribución de los capitales invertidos.
– Las nuevas instalaciones de renovables ofertarían al precio de adjudicación en las subastas.
– Las instalaciones acogidas al régimen especial lo harían al mismo precio que las nuevas, sin menoscabo de recibir en la liquidación el precio que tengan garantizado.
– Un tratamiento similar operaría en otras instalaciones del régimen especial.
El pactar un algoritmo de retribución en estos momentos tiene la ventaja de que existen antecedentes no muy lejanos. Además, muchas de las instalaciones ya han sido retribuidas de esta forma, lo que supone un precedente.
Dadas las buenas perspectivas que se presentan para las hidráulicas de embalse, la eliminación de tecnologías flexibles como son las fósiles sería lo más conflictivo de pactar. Pero la Administración tiene la baza de poder alargar el periodo de concesión de estas en compensación. Lo cual, de modo diferido, compensaría el cambio, desahogando la actual situación.
¡Hay que hacerlo ya! Porque al fin y al cabo serán los consumidores los que van a soportar económicamente y con sus votos la necesaria transformación. (Continuará)