Hasta aquí he venido escribiendo sobre el sistema eléctrico. Hoy voy a hacerlo sobre los combustibles y la repercusión en el sistema de transporte de los futuribles vehículos eléctricos.
Lo primero que hay que saber es que los combustibles significan en España las tres cuartas partes de todo el consumo de energías intermedias y que, en su mayor parte se emplean en el transporte. Por otro lado, al día de hoy, los combustibles mayoritarios son los carburantes de origen fósil que proceden casi al 100% del petróleo que tenemos que comprar en el exterior y perjudica fuertemente nuestra balanza de pagos y el deficit general del estado español.
En ese contexto, todo lo que sea disminuir la tremenda dependencia energética exterior debería ser contemplado como muy beneficioso para España. Sin embargo, no parece ser así si observamos las actuaciones de nuestro gobierno frenando el desarrollo del aprovechamiento de las energías autóctonas.
Por otro lado, están las circunstancias del cambio climático y la emisión de gases de efecto invernadero que, en una parte muy considerable, procede de las combustiones en los motores de los vehiculos de transporte.
De todo ello se deduce la obviedad de que hay que cambiar también el sistema de transporte y sustituir los vehículos con motores de combustión interna alimentados por carburantes fósiles por otros con biocombustibles o con vehículos eléctricos, aunque en este caso, conviene hacer algunas matizaciones.
Es evidente que los vehículos eléctricos se alimentan de electricidad que hay que transformar en energía química, ya sea en acumuladores electroquímicos (baterías) o en forma de hidrógeno en el correspondiente depósito. Siempre con un rendimiento y, por tanto, con pérdidas en la transformación. La clave, desde el punto de vista que interesa en este caso, es la procedencia de esa electricidad que en definitiva alimenta a los vehículos eléctricos. Porque si esa electricidad procede de centrales con combustibles fósiles hemos hecho “un pan como unas tortas” ya que incluso aumentaremos los gases de efecto invernadero y consumiremos más combustibles fósiles foráneos.
Por el contrario si esos vehículos se alimentan de electricidad producida con energías renovables, estaremos en el camino correcto. Pero no es esto último lo que parece que están pensando las grandes empresas del sector eléctrico que se las prometen muy felices con los vehículos eléctricos como sistemas que obligarán a mayor consumo de electricidad procedente de sus centrales convencionales (nucleares y ciclos combinados sobre todo). Hay quien ve a los vehículos eléctricos como un sistema distribuido de almacenamiento. Eso está bien pero de nuevo depende de la procedencia de la electricidad que los alimente.
Otro cuestión al respecto. El presidente del gobierno se ha felicitado y dice sentirse muy feliz porque Renault mantiene y aumenta la actividad en España. ¿No será que Renault ha empezado a cambiar su estrategia y empieza en serio a hacer vehículos eléctricos y los restos de la industria automovilística convencional la manda fuera? Me temo que es eso y nosotros mientras “con estos pelos” sin reaccionar de manera activa. En fin, cosas de la vida.