El pasado 1 de mayo entró en vigor en Alemania un nuevo programa de ayudas para fomentar que las instalaciones fotovoltaicas menores de 30 kW instalen baterías y acumulen electricidad. Dotado con 25 millones de euros en 2013 y otro tanto en 2014, el programa se aplica con carácter retroactivo desde inicios de año y se concreta en
que el banco público KfW subsidie con 660 euros cada kW de almacenamiento de la batería.
En Alemania las primas a la producción fotovoltaica son inferiores al precio que los consumidores abonan a las compañías eléctricas, de modo que el autoconsumo es claramente rentable. De hecho, el año pasado, los teutones ya instalaron 8 MW fotovoltaicos con baterías, una cantidad minúscula comparada con los 7.600 MW que conectaron en total, pero indicativa de la tendencia del mercado.
El Gobierno alemán es consciente de que el almacenamiento es indispensable para el despliegue masivo de renovables intermitentes, como la eólica o la fotovoltaica, no sólo porque permita disponer de la energía limpia cuando el recurso natural no esté disponible –no haya viento o sea de noche–, sino también porque facilita su penetración en el sistema eléctrico: un reciente informe del prestigioso Instituto Fraunhofer indica que las baterías aumentan la capacidad de las redes en más de un 60%.
El Gobierno alemán, coherentemente, escucha al mercado y a los científicos, y estimula el almacenamiento. Según los cálculos de la consultora IMS Research, gracias al nuevo programa, el coste eléctrico de un hogar germano con una instalación fotovoltaica de 5 kW y una batería, es un 10% más barato que si tuviera el sistema solar sin batería, y prácticamente la mitad que si se abasteciera únicamente de la red.
Ni la situación ni los cálculos se pueden extrapolar a España, porque aquí las tarifas eléctricas domésticas son un 25% más bajas que en Alemania, porque aquí los costes de instalación de los sistemas solares son más altos y, sobre todo… ¡Porque en España está prohibido instalar baterías en sistemas conectados a red!
Efectivamente, el artículo 11.4 del Real Decreto 1699/2011 –el mismo que permitió el autoconsumo instantáneo– reza así: “En el circuito de generación hasta el equipo de medida no podrá intercalarse ningún elemento de generación distinto del de la instalación autorizada, ni de acumulación”. Alguna lumbrera del Ministerio de Industria discurrió que la batería podría servir para almacenar electricidad de la red y después devolverla como si fuera solar y cobrar las primas; lamentablemente, no se planteó –o no quiso hacerlo– que una mayor concreción de la redacción, indicando que la batería se puede poner entre los paneles y el inversor, descartaba el posible
fraude.
Según IMS Research, el mercado global de baterías asociadas a la fotovoltaica, que en 2012 no llegó a 200 millones de dólares, alcanzará los 19.000 millones en 2017. Otras previsiones son más prudentes, pero estando en España nos da igual; nos quedaremos al margen de ese desarrollo.
¿Se cambiará nuestra legislación? … Quizá, a lo mejor, tal vez, puede ser, quién sabe, ojalá… Desde luego, no a corto plazo, porque se facilitaría el ahorro energético de los ciudadanos y el Gobierno no está por la labor: no quiere que ahorremos energía para acabar con el déficit de tarifa. ¡Vade retro, batería!