Winston tiene un problema grave: en su adoctrinamiento no internalizó la técnica del doblepensar, la facultad de sostener dos opiniones contradictorias simultáneamente, dos creencias contrarias albergadas a la vez en la mente, y poder emplear una u otra según le convenga al Partido.
Porque el Partido tiene muy claro que la realidad es subjetiva, anida en cada individuo, y nunca debe ir en contra los intereses del Partido. Si el Partido dice que en la mano hay cuatro dedos, el doblepensar permite decir que sí; y si el Partido cambia y dice que en realidad hay cinco dedos, nuevamente el doblepensar permite asentir y tener la conciencia totalmente tranquila.
José Manuel Soria tiene poco que ver con Winston Smith. Hasta nueva orden, Soria es un ser de carne y hueso, mientras que Winston es el protagonista de 1984, la magna obra literaria de George Orwell. Sin embargo, a Soria le gustaría disponer de empleados como Winston, que se encargasen de borrar y modificar los registros documentales de lo acontecido, al objeto de parecer siempre infalible, como el Gran Hermano, la encarnación icónica del Partido.
A Soria también le gustaría que los consumidores de electricidad hubiéramos asimilado la técnica del doblepensar a la perfección, de modo que, cuando tuviéramos constancia de que la realidad no se corresponde con lo que nos anuncia constantemente, diéramos por buena su palabra y renunciáramos de buen gusto a las evidencias empíricas.
Así, cuando Soria nos dijese que la luz ha bajado un 5% durante 2014, y el Instituto Nacional de Estadística (INE) anunciase que en realidad ha subido un 4,4%, tal y como acaba de pasar, rechazaríamos los datos del INE y daríamos por buenos los suyos. Acto seguido, un ejército de funcionarios como Winston borraría los datos del INE para que nadie pudiera comprobar que nos ha mentido, que nos miente y que nos seguirá mintiendo.
Eso, afortunadamente, aún no pasa –en la novela de Orwell, el Ministerio del Amor se habría encargado de torturar al INE en la habitación 101 hasta que creyese firmemente que la luz ha bajado un 5%–, y el Ministerio que dirige Soria se ha tenido que conformar con una solución de andar por casa: confesar que su metodología de cálculo y la del INE son distintas, tan distintas que arrojan casi un 10% de divergencia.
Según ha anunciado el Ministerio de Soria en una nota de prensa, a diferencia del INE, sus datos incluyen la devolución de las cantidades facturadas de más por las eléctricas –que se abonaron en junio– y, además, se refieren a un consumidor medio sólo por él identificado como tal, mientras que el INE incluye viviendas vacías, segundas viviendas y consumidores con potencias y consumos muy distintos del susodicho consumidor medio. O sea, el INE ha divulgado datos objetivos del amplio espectro de consumidores españoles, mientras que el Ministerio se ha preocupado de cocinarlos adecuadamente para que el resultado presentado a la opinión pública fuera el deseado.
La única duda que le cabe a este modesto cronista es si el propio Soria tiene asimilada la técnica del doblepensar y es capaz de creer y descreer en sus palabras, según le convengan a él y a su partido, haya o no elecciones a la vista.