Tomás Díaz
Periodista
tomasdiaz@energias-renovables.com
Escribo estas líneas antes de conocer la solución final que el Ministerio de Industria, Turismo y Comerció (MITyC) quiere aplicar a la fotovoltaica, por las exigencias de impresión de la revista Energías Renovables, con la que trato desde su nacimiento, hace diez años, y con la que llevo colaborando más de cinco, muchas veces con pseudónimo. Nunca agradeceré lo suficiente a Pepa, Luis y el resto de amigos que la nutrimos de contenido cada mes, su respaldo, su confidencialidad y su ejercicio del auténtico periodismo.
En fin, decía que escribo antes de conocer la solución final que el MITyC, cual remedo de Eichmann, dice que va a aplicar a la fotovoltaica en España. Pero una cosa tengo clara: van a rodar cabezas. Así lo exige el Consenso de UNESA, como lo ha definido Javier García Breva. ¿Sobrevivirá el sector? Seguro que no como lo conocemos; es imposible tras la solución final. Quizá los más fuertes incrementen su éxodo hacia otras tierras prometidas, pero un 50% de las empresas ni se plantea salir al extranjero; sencillamente, no pueden. Ahora bien, muchas están diversificadas y respirarán.
¿La confianza en el país? La mera incertidumbre que el propio MITyC ha generado ha sido demoledora. Y las demandas que le caerán encima (que nos caerán encima) dificultarán nuestra solvencia y credibilidad durante mucho tiempo. Ese fondo de pensiones irlandés que anunció públicamente la adquisición de decenas de MW a un precio de 10 millones de euros por MW no se va a quedar quieto. Y el particular que no entienda por qué el banco le renegocia las condiciones de la hipoteca de su casa –que puso como garantía para obtener un préstamo con el que invertir en el huerto solar promovido por su cuñado–, tampoco.
¿Y los gasistas? Esos señores decidieron poner una tienda en la nueva urbanización, a las afueras del pueblo, confiando en que iba a rebosar de habitantes. Despreciaron que en el propio pueblo se estaba acabando un gran supermercado, con productos mucho más atractivos, baratos, sanos y seguros que los suyos, por mandato de la Directiva 2009/28/CE. Cuando se quisieron dar cuenta, la crisis del ladrillo había dejado vacía la urbanización y los vecinos del pueblo compraban en el supermercado. Ni cortos ni perezosos, se fueron a hablar con el Alcalde y le exigieron el flete de autobuses para llevar a la gente a su tienda, a costa del erario municipal. El Alcalde, muy comprensivamente, les ha hecho caso, como puede apreciarse en el Plan de Energías Renovables, que entierra el llamado Mix de Zurbano.
¿Y Sánchez Galán, máximo ejecutivo de la principal empresa de renovables del mundo? ¿Qué opinarían en el Departamento de Energía de EE UU si le vieran en la portada de la principal revista económica de España declarando: “Hay que frenar las energías renovables”?
¿Y la gente? ¿Se atreverá a seguir invirtiendo en la tecnología? Pues, lamentándolo, creo que tardará, por lo menos con los mecanismos con los que lo ha estado haciendo hasta ahora, por el riesgo regulatorio. Además, fraudes oportunamente inventados y fraudes reales, aireados por el propio sector para sobrevivir, le pesarán como una losa. Veremos hasta donde llega la investigación de los más de 600 MW fotovoltaicos conectados de un modo espectral en septiembre de 2008, cuyas inscripciones definitivas deberían ser epitafios; ¿llegaremos a escuchar una explicación por parte del MITyC sobre su injustificable y bochornosa pasividad durante casi dos años?; ¿se depurarán las responsabilidades políticas?
Muchas preguntas. Demasiadas. Pero se resumen en tres: ¿dónde pintará el MITyC la línea roja?; ¿cuántas inocentes víctimas de su soberbia y su incompetencia están más allá de ella?; ¿tendrá el Gobierno –gobierne quien gobierne– las narices suficientes para seguir reformando el sector energético?