Tomás Díaz
Director de Comunicación de la Asociación de la Industria Fotovoltaica (ASIF)
tdiaz@asif.org
La Asociación Española de la Industria Eléctrica (UNESA) ha publicado recientemente un análisis acerca de la composición del futuro mix de generación del país, denominado Prospectiva de generación eléctrica 2030. El estudio, de una calidad excepcional, plantea cuatro escenarios distintos: Caso base, Caso expansión nuclear, Caso carbón y Caso máxima penetración de renovables.
En el último de los casos, teóricamente el mejor para las renovables, después de proponer que la solar fotovoltaica únicamente crezca a un ritmo de 100 MW anuales hasta 2030, puede leerse: “No se ha incorporado más potencia fotovoltaica en este caso ya que se parte de la base de que aunque se pueda producir una reducción importante de los costes de inversión de esta tecnología, según las fuentes consultadas en 2030 no sería, ni mucho menos, competitiva frente al resto de tecnologías, con lo cual no tendría sentido económico hacer un esfuerzo mayor para aumentar su penetración”.
A mi modesto entender, si lo que dicen las “fuentes consultadas” por UNESA es cierto, y en 2030 la fotovoltaica no va a ser competitiva “ni mucho menos”, no tiene sentido adjudicarle 100 MW anuales; más bien deberíamos abandonar la tecnología directamente, porque en España no hay suficientes caseríos o cortijos aislados de la red eléctrica –ni una refulgente industria aeroespacial– capaces de absorber ese volumen de producción.
Quizá la Prospectiva de UNESA apueste tan poco por la solar por el punto de partida del análisis: “Se asume que los precios del petróleo se estabilizarán a corto-medio plazo en torno a unos 36 €-2005/barril para crecer progresivamente hasta 46 €-2005/barril en el 2030 y 80 €-2005/barril en el 2050”, que contrasta poderosamente con la situación actual: en el momento de escribir estas líneas, a pesar de la crisis económica y el retroceso del consumo, el barril acaba de batir el récord de los 110 euros.
Justo lo contrario que UNESA sostiene otro reciente informe del banco de inversión norteamericano Lehman Brothers. Éste, analizando la situación española, afirma que “Consideramos que el cruce entre el precio de la electricidad generada con gas natural y los subsidios solares podría ocurrir en 2012”, fecha en la que habrá instalados unos 12.600 MW, porque “la relación coste/beneficio de promover la energía solar alternativa es muy competitiva para el Gobierno”.
¿Y el Gobierno? ¿Qué opina? ¿Qué futuro le otorga a la fotovoltaica? Si nos atenemos a la Propuesta de Real Decreto que el Ministerio de Industria remitió en septiembre a la CNE, muy poco, pues limita la potencia a 1.200 MW en 2010, y el pasado marzo ya habíamos superado los 700 MW. Y si nos atenemos a la Propuesta de Planificación de los Sectores de Electricidad 2008-2016, pendiente de aprobar, no mucho más, pues le adjudica 2.000 MW al final del período.
A la espera de saber si los nuevos responsables de Industria escucharán al reelegido Rodríguez Zapatero, entusiasta de la energía solar, y enderezarán el rumbo de los acontecimientos, la CNE ha introducido buenas dosis de criterio en el congruente y oportuno debate sobre el futuro de las renovables y el abastecimiento energético del país. Así, ya en noviembre solicitó la elaboración “en tiempo útil” de otro decreto para la fotovoltaica, y sobre la Propuesta de Planificación, tras destacar que “no se ha desglosado la potencia solar en fotovoltaica de la solar termoeléctrica”, afirma:
“Está claro que las previsiones establecidas en el Documento se quedan cortas. Tal y como argumentó la Asociación de Productores en Régimen Especial en el pasado Consejo Consultivo de fecha 9 de enero de 2008, se prevén unos 6.000 MW de potencia instalada en 2016 con solar termoeléctrica y unos 8.000 MW en solar fotovoltaica. El Documento debería valorar las implicaciones de una mayor contribución de las energías renovables a la generación eléctrica, considerando las ventajas de la hibridación y de la generación distribuida (micro generación) para obtener mayores niveles de eficiencia en el desarrollo y uso de las infraestructuras de transporte energético”.