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Energía reservada, otro autoconsumo

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El diario digital Infolibre ha publicado que el Gobierno va a suprimir el peaje de respaldo cuando apruebe la nueva norma sobre autoconsumo, con el cambio de año. Por ahí se dice que, como mínimo, lo va a dulcificar para las pequeñas instalaciones. Puede ser, porque se trata de una aberración que sólo se puede justificar desde el odio visceral, irracional y zopenco. Una cosa es que los autoconsumidores –tal como reza la Ley 24/2013– tengan que sufragar los costes del sistema exactamente igual que un consumidor normal –algo muy discutible– y otra bien distinta es que tengan que pagar más, que es lo que plantea el susodicho peaje.

En el cambio de planteamiento probablemente influya el hecho de que un Decreto no puede contravenir una Ley, pero como la tarifa eléctrica se merece un monumento en el panteón de los insondables arcanos cabalísticos, no creo que los tarifólogos tuvieran demasiado problema en colar el pufo. El resultado final no valdrá para cantar albricias, mas bienvenido sea el retorno a la sensatez.

El autoconsumo ya existe en España desde hace muchísimos años, casi un siglo. Corría el año 1921 cuando un decreto estableció que un 5% de la producción de las centrales hidráulicas quedaba reservada al Estado por el uso del bien público del agua. Después de la Guerra Civil, el autarquismo franquista implantó cláusulas sobre esta “energía reservada” en los pantanos construidos por el extinto Instituto Nacional de Industria, con el objetivo de contar con energía barata para desarrollar el país. El porcentaje de referencia subió hasta el 25%, pero en algunos casos, dependiendo de la concesión, ascendió hasta el 40%.  

En virtud de esa energía reservada, todavía vigente, aunque en muchos casos no se exija a las eléctricas, las presas han cubierto sus necesidades sin coste alguno –algunas lo siguen haciendo, como ocurre en el río Duero– y las entidades responsables de la gestión de las cuencas, las Confederaciones Hidrográficas, han dispuesto de electricidad gratuita durante muchísimos años. Así pasaba, por ejemplo, en la Confederación del Guadalquivir, que al final de cada año hacía un saldado con la energía consumida y la energía reservada a la que tenía derecho.

El asunto vuelve a estar de actualidad no sólo porque llevemos cinco años a vueltas con la regulación del autoconsumo propiamente dicho, sino porque la Confederación del Ebro le ha reclamado la energía reservada a Endesa, Acciona, Iberdrola e Hidro-Nitro, que tienen centrales en la demarcación cuyas concesiones incluyen las cláusulas correspondientes. El asunto está en los tribunales, pero las empresas han satisfecho la reclamación de la Confederación.

La energía reservada no es el único precedente de autoconsumo sin peajes. Las cogeneraciones vienen haciendo autoconsumo desde que existen; de hecho, ese era su sistema original, antes de que se les permitiera vender toda la electricidad en el mercado y cobrar las primas del antiguo régimen especial; es más, todavía hay cogeneraciones que siguen autoconsumiendo, rechazando la posibilidad de ofertar en el Mercado toda la energía que generan a la vez que producen calor útil para sus procesos industriales. Y no pagan peaje de ningún tipo.

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