La Asociación de la Industria Fotovoltaica (ASIF) ha muerto. Descanse en paz. Teóricamente desapareció hace años para que viera la luz la actual Unión Española Fotovoltaica (UNEF), pero realmente no ha sido liquidada hasta el pasado 20 de febrero. ¿Por qué? Pues porque ASIF era una asociación profesional, dirigida con bronce y seda por Javier Anta durante una década. En ese tiempo, el que fuera uno de los máximos ejecutivos mundiales de BP Solar implantó un modelo de gestión –avalado por una ISO 9001– transparente y pulcro. Allí trabajé durante un lustro.
La última Asamblea de ASIF, celebrada el 27 de marzo de 2012, aprobó la disolución de la entidad, convirtió su Comité de Dirección en Comisión Liquidadora y nombró presidente a Eduardo Collado –Anta se jubilaba–, con el encargo de dirigir la liquidación. En aquel momento, ASIF disponía de un patrimonio superior a 100.000 euros, más que suficiente para afrontar los gastos derivados del proceso.
Varios de los socios reclamaron que se les devolviera su parte alícuota del dinero sobrante –y ese fue el planteamiento original–, pero la Ley de Asociaciones no lo permite; los estatutos de ASIF tenían en cuenta esta prohibición e indicaban que, en caso de disolución, había que destinar el capital restante a una o varias entidades sin ánimo de lucro, elegidas por la Comisión Liquidadora.
Pero no fue tan sencillo. Primero había que regularizar la situación con Hacienda, que adeudaba a la entidad 92.000 euros en devoluciones del IVA desde 2002. El fisco no movió ficha hasta mayo de 2014, y lo hizo mal: sólo entregó 77.000 euros, y hubo que recurrir. Hasta hace cuatro días no ha devuelto la deuda con intereses, hasta sumar un monto de 94.000 euros.
La imposibilidad de liquidar ASIF ha tenido a Collado enfangado en ingratas e impagadas lides burocráticas durante todo este tiempo, con el único apoyo de los ahora ex asesores jurídicos de la Asociación, Alcyon Abogados. Collado, incluso, en su doble condición de presidente de ASIF y director técnico de UNEF, tuvo un fortísimo enfrentamiento con José Donoso –a la sazón su superior en UNEF– cuando éste, al conocer la existencia del dinero, le exigió que se lo entregara, aplicando más la prepotencia que la razón.
Finalmente, el Comité de Liquidación de ASIF ha decidido que la Fundación Energía sin Fronteras y la Fundación Desarrollo Sostenible sean las beneficiarias del remanente final de la entidad: cada una ha recibido un cheque de 62.450 euros. Descansa en paz, pues, ASIF. Mi amigo Eduardo, que hoy trabaja felizmente en una empresa, puede dormir con el regusto de haber cumplido.
Muchas gracias, Tomás; un excelente artículo, en tu línea de gran perspicacia y honestidad, escrito tu habitual buen estilo periodístico, has resumido muy bien la última etapa de ASIF. Nadie mejor que tu para escribir su epitafio. Comparto contigo el reconocimiento a la labor, desinteresada, eficaz y valiente de Eduardo, el ultimo presidente de nuestra apreciada asociación. Un fuerte abrazo Javier Anta.