En el discurso de apertura, Valeriano Ruiz, catedrático de Termodinámica de la Universidad de Sevilla y presidente del Centro Tecnológico Andaluz de Energías Renovables (CTAER), ha hecho un balance de la situación actual y las perspectiva futuras del sector, recordando que, a día de hoy, es España donde hay más centrales termosolares en funcionamiento en el mundo (39 con 1.781 MW en funcionamiento) y donde hay más en construcción (13 con 573,5 MW).
Respecto a la “situación de freno” que vive la termosolar en España, el catedrático dejó claro que “ha sido creada por factores externos”, por la “miopía y falta de planificación de los gobiernos y las empresas de las energías convencionales” (ciclos combinados de gas natural, sobre todo). Ante esta situación, el presidente de CTAER dijo que “desde luego, no hay que cruzarse de brazos y esperar acontecimientos, sino ser proactivos y profundizar en las tareas de I+D mejorando en todos los sentidos las tecnologías”.
En este sentido, Valeriano Ruiz dijo “tener la convicción” de que lo más importante es “profundizar en la búsqueda de la fiabilidad, durabilidad y adaptación al consumo. Si se logran estos retos, las centrales termosolares alcanzarán la rentabilidad económica con mayor seguridad que si, descuidando estos aspectos, nos volcamos en la disminución de costes que, a corto o medio plazo, pueden volverse en contra del desarrollo de largo plazo”.
Alianzas
De acuerdo con el presidente de CTAER, “para recorrer este camino hace falta una fuerte alianza entre las empresas del sector, los centros de investigación y las universidades. Las empresas están en ello pero detecto un exceso de individualismo y secretismo que no beneficia al conjunto”.
Respecto a la disminución de costes, indicó que “lo más inmediato y sencillo es hacer centrales en lugares con altos niveles de radiación (Chile, México, sudoeste de Estados Unidos, Africa, países árabes, ciertas zonas de China e India, Sudáfrica, Australia, etc.) y la mejora siempre posible del rendimiento de las centrales”.
El encarecimiento de los costes de las energías convencionales (sobre todo el petróleo y el gas natural) y el imparable proceso de deterioro ambiental y sus consecuencias ya evidentes, como el cambio climático, son otras circunstancias que, de acuerdo con el catedrático, juegan a favor de las energías renovables y “obligarán a los gobiernos a tomarse más en serio el cambio profundo de paradigma energético”.