El jefe del laboratorio de Energías Renovables y Diseño Bioclimático de la UNAM, Julio Alberto González, ha explicado que esta innovación consigue dos beneficios fundamentales: posibilita el confort térmico de los inmuebles sin muchas variaciones en la temperatura interna y provoca un menor gasto energético, que se traduce en ahorro económico para el consumidor.
El objetivo de estas ventanas es controlar lo flujos de energía por medio de filtros solares, de tal manera que se produzca un ahorro significativo del consumo energético de los equipos térmicos y de iluminación. Para lograrlo, los vidrios se han impregnado de capas delgadas de óxido de sulfuro de cobre, óxido cuproso y óxido ferroso para controlar la radiación del sol. La misión de esos recubrimientos es regular los flujos de energía que circulan a través de ellas.
En invierno los recubrimientos impiden que el calor se escape al exterior, como ocurre con un cristal convencional. El vidrio, gracias a las impregnaciones, se convierte en un elemento selectivo. Deja pasar la luz, pero no el calor. Al enfriarse menos el interior del inmueble la demanda de energía para calefacción es menor.
En verano se produce el efecto contrario. Cuando la temperatura exterior es mayor parte de la energía calorífica del ambiente tiende a pasar a través de los vidrios hacia el interior, pero con el recubrimiento selectivo sólo entra la luz visible y se rechaza el calor, lo que se refleja en una menor carga térmica alcanzando temperaturas de confort.
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