Este grupo de investigación de la UdL trabaja desde hace tiempo en sistemas de concentración solar montados sobre seguidores de uno o dos ejes, por lo general estructuras voluminosas de difícil, sino prácticamente imposible, integración arquitectónica. Por ello, se decidió investigar la posibilidad de realizar un sistema que se pudiera instalar con facilidad en la fachada o en la cubierta de un edificio.
El profesor Rosell ha explicado a Energías Renovables que la clave “era que las lentes de fresnel (las que se usan en los concentradores solares) permanecieran estacionarias en una situación concreta de tal manera que fueran como la segunda piel del edificio”. Entre las lentes de fresnel y el inmueble se situa un absorbedor lineal que concentra la luz solar para generar después energía, con la particularidad de que sería el absorbedor el que se mueve siguiendo el sol. “El trabajo final” -explica el profesor Rosell- “ha discurrido en la optimización de la lente para que trabajara en buenas condiciones fuera del eje”.
Este sistema modular térmico y fotovoltaico de concentración trabaja a 10 soles, es decir, que necesita sólo una décima parte de la superficie activa de un sistema estándar para producir la misma energía, ya sea eléctrica, en forma de calor o las dos simultáneamente. Esta tecnología también permite generar frío mediante la conexión de una bomba de calor al sistema. Por otra parte, la integración arquitectónica de los módulos es muy flexible. Se pueden instalar directamente en tejados, sobre el acabado de bloques de hormigón y de ladrillos, formando un muro cortina en las fachadas o como parte en las barandillas de las terrazas.
El sistema trabaja a 10 soles y se necesitan menos células lo cual es una ventaja muy importante desde un punto de vista económico, pero no la única. Como la superficie de células es menor, también se puede optar por utilizar células de mayor eficiencia, se incrementará el costo pero se será más competitivo en eficiencia de conversión. Otro aspecto importante es que el sistema es útil como control de iluminación en el interior de edificios acristalados. La radiación directa del sol es capturada por las lentes de fresnel que la concentran en la célula fotovoltaica, preservando el interior del edificio, al que solo llega la luz difusa. De esta manera, esa segunda piel enfría el inmueble y aumenta su eficiencia energética.
Una vez obtenida la patente nacional, se ha solicitado la internacional. A partir de ahora -explica el profesor Rosell- “hay que trabajar para que alguna empresa se interese en la comercialización”. De momento, los investigadores de la UpL disponen de un año para avanzar el prototipo hacia la industrialización. Para ello están respaldados por el CIDEM (Centro de Innovación y Desarrollo Empresarial) Generalitat de Cataluña y cuentan con el apoyo del Trampolín Tecnológico de la UdL.
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Fotografía, Jordi V. Pou