El prototipo puede destilar 150 litros por día y su capacidad puede ser ampliada para duplicar esta cifra. Eso equivale a cinco camiones cargados de agua dulce y una solución mucho más ecológica al problema de acceso insuficiente al agua potable, según señala José Alfaro, profesor asistente de la Escuela Para el Medio Ambiente y Sostenibilidad de la U-M al frente del proyecto.
"Desarrollamos este producto con una comunidad en particular en mente, pero nos dimos cuenta de que sería bueno para varias comunidades", explica. En concreto, el sistema fue diseñado para Tastiota, un pequeño pueblo en el desierto de Sonora, que había estado transportando en camiones su agua desde una fuente a 100 km de distancia.
Ahora, además de disponer localmente de agua potable, la salmuera resultante del proceso de destilación se puede convertir en sal para venderse a otras empresas cercanas. Además, los pescadores costeros pueden ahora lavar el pescado con agua potable y llevar su captura a mercados más grandes. Esto mejora significativamente la viabilidad financiera de la tecnología y proporciona una verdadera solución de mercado.
Todo el cinturón solar global, ubicado varios grados arriba y debajo del ecuador, es un mercado potencial para estos equipos, de acuerdo con Alfaro. "Los hoteles podrían usarlos para reducir su impacto en las áreas a las que sirven. Muchas de las ubicaciones de estos hoteles están en cuencas frágiles en riesgo de sufrir una intrusión salina".
De momento, el equipo que lo ha desarrollado está en vías de comercializarlo en Costa Rica, y estudia implementarlo en comunidades de África Occidental, Perú y a lo largo de la costa en Chile.