El informe, realizado junto a la Fundación para la Prevención de Riesgos Laborales, completa el estudio realizado por APREAN el año pasado que se ocupaba en exclusiva de la energía eólica.
El nuevo documento ha constatado que el desarrollo de las políticas preventivas está más extendido en los sectores de mayor actividad económica. Es el caso de la energía solar térmica y solar fotovoltaica. Esta valoración general tiene un pero: la participación de pequeñas empresas en el montaje de los sistemas de producción de energía ha provocado que el grado de implantación de medidas preventivas no siempre haya sido el más adecuado.
En las instalaciones termoeléctricas y de producción de electricidad a partir de biomasa las políticas preventivas durante la fase de construcción de las plantas están bastante desarrolladas, son semejantes a las de una obra civil y a la construcción de una central térmica convencional. Sin embargo, son más precarias en las fases de explotación y mantenimiento.
La guía elaborada por APREAN considera que la formación y concienciación del personal que trabaja en la explotación y mantenimiento de las centrales de energías renovables es un factor fundamental para garantizar el desarrollo del sector de forma segura. Es importante la creación de guías de actuación y la creación de grupos de trabajo que identifiquen cómo la evolución tecnológica afecta a los sistemas de prevención implantados en las empresas.
La conclusión del estudio valora ciertos desequilibrios en el grado de desarrollo de las políticas preventivas en función del tipo de energías producida y de la tecnología usada. También destaca que el sector de las energías renovables está preocupado y concienciado en las políticas asociadas a la prevención de riesgos laborales.
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