No ha sido la legislatura sostenible que reclamaba esta columna en abril de 2008 después de la victoria del PSOE y de una campaña en la que, por primera vez, se escuchó hablar algo de energía y de sostenibilidad. Lamentablemente aquellos indicios que este optimista compulsivo que les escribe quería apreciar en el horizonte no eran más que un espejismo que se diluía a los pocos días con la formación del nuevo Gobierno. De la decepción de aquel primer momento hemos pasado a la indignación por lo que podemos considerar la legislatura más nefasta para el desarrollo de las renovables en nuestro país.
Podríamos entrar a analizar los números y estadísticas que los responsables de la política energética enarbolan para justificar un hipócrita y falso triunfalismo, un análisis que demostraría que lo positivo viene de legislaturas anteriores y que las decisiones de estos años son responsables de las cifras más negativas como la pérdida de miles de puestos de trabajo en el sector o la reducción de las inversiones, por poner solo dos ejemplos. El parón de las distintas tecnologías renovables, que el Gobierno ha diseñado a petición de “los señores del gas” para paliar el clamoroso error estratégico de sus 26.000 MW de ciclos combinados, se traducirá en unas cifras escandalosas en los próximos años en línea con el ridículo crecimiento de la fotovoltaica de estos últimos ejercicios.
Pero lo peor no está en los números, ni siquiera en el de los afectados por las medidas retroactivas impuestas, lo nefasto de esta legislatura ha sido el mensaje que desde el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio se ha lanzado a la sociedad cuestionando las energías renovables, denostándolas en ocasiones, intoxicando a la opinión pública con noticias falsas, descalificando a los agentes del sector, publicando en el BOE contradictorias afirmaciones sobre sus efectos y viabilidad y, lamentablemente, bailando al son que marcan los intereses de las tecnologías convencionales. Todo ello mientras el Presidente del Gobierno sacaba de pascuas a ramos el discurso pro-renovable, preferentemente en el extranjero, en un irresponsable ejercicio de cinismo para predicar lo contrario de lo que ponía en práctica el MITYC en el Paseo de la Castellana.
Desde la aprobación del RDL 6/2009 hasta la tramitación chapucera de última hora del timorato Plan de Energías Renovables 2011-2020 o la ausencia de un nuevo marco retributivo para la eólica o la termosolar, todas las decisiones han tenido un denominador común: parar las renovables. La justificación de este paso atrás ha tenido dos argumentos permanentes: el coste, por una parte, con el manido y eficaz eslogan de las “las renovables son caras”; y, por otra, el de que “ya hay demasiadas”.
¿El coste? No han debido leerse los responsables de Industria las decenas de páginas del borrador del PER que ha elaborado el IDAE poniendo en evidencia todas las ventajas socioeconómicas de las renovables que cuantitativamente superan de largo el importe de las primas. Da igual, ya estamos acostumbrados a esta incoherencia en estudios y discursos que comparten el diagnóstico –necesidad de reducir emisiones y dependencia– pero recetan lo contrario: incremento del consumo de petróleo, gas y carbón.
¿Demasiadas renovables? A lo mejor no nos hemos enterado de que ha desaparecido la amenaza del cambio climático o de que ya no tenemos la mayor dependencia energética de los países de nuestro entorno, hechos que justificarían la utilización de esta expresión que desgraciadamente ha calado en buena parte de la opinión pública.
¿Y la próxima legislatura? ¿Peor? A uno no le gusta prejuzgar la actuación de nadie pero los mensajes que se escuchan desde el partido al que, según todas las encuestas, le va a corresponder la tarea de gobernar este país (con permiso de Merkel y de “los mercados”) no invitan al optimismo sino a todo lo contrario. En primer lugar el desconocimiento en esta materia que se percibe en buena parte de los responsables del PP, empezando por su candidato a la Presidencia, y la asunción de todos los tópicos que atribuyen la opción renovable a un exótico capricho de Zapatero o que lo “liberal” es seguir quemando fósiles y apostar por la nuclear, permiten augurar que nos van a aplicar doble ración de la política Sebastián. Solo me queda la esperanza de equivocarme en la predicción tanto como lo hice cuando auguraba una legislatura sostenible para estos últimos cuatro años que se han convertido en los “annus horribilis” de las renovables.