Hágaselo mirar porque eso ya no es normal. De verdad señor Soria que lo suyo es ya muy preocupante. Una cosa es que usted se crea lo contrario de lo que va diciendo y que ni una cosa ni la otra tengan que ver con lo que al final hace; una cosa es que en la Oficina Económica de Moncloa le redacten una moratoria a las renovables sin que usted ni la huela y que luego le toque defenderla y justificarla; una cosa es que tropiece en la misma piedra que su predecesor actuando contra las primas a las renovables para acabar con la hidra del déficit de tarifa y que vuelva a fracasar como él; una cosa es que bajo su presencia al frente del Ministerio se esté desmantelando el sector industrial y tecnológico por el que se nos admiraba en el mundo entero, porque usted –como su predecesor- ha antepuesto los intereses de unos pocos a los de la sociedad española a la que sirve; una cosa es que nos saque los colores votando en contra de la directiva de eficiencia energética con la única excusa de que esto le quitaría negocio a esos “pocos” que acabo de citar; una cosa es que dé tumbos en la elaboración de una ley de medidas fiscales para una supuesta sostenibilidad energética; una cosa es que sus actos y sus declaraciones pongan en evidencia día a día la ausencia de un rumbo, de unas convicciones, de una política energética; muchas cosas muy graves son todas estas, pero todas ellas pueden responder a la ineptitud, al servilismo a ciertos intereses, a la ceguera, a dogmatismos ideológicos, o a mil razones, mientras que lo último que nos ha hecho…. eso tiene usted que hacérselo mirar.
Se lo adelanto: no se trata de una decisión más grave que cualquiera de las anteriores siendo, como lo es, un verdadero disparate. A mí de esta última decisión me preocupa, por supuesto, el efecto práctico que puede tener para nuestro país pero me preocupa mucho más, de verdad, por lo que tiene de síntoma, porque pone a la luz una dolencia que va más allá de posturas políticas, de servidumbres, de ineptidudes: su paranoia antirenovable.
La decisión en cuestión no es otra que la renuncia de nuestro país a formar parte del Consejo de IRENA (Agencia Internacional de las Energías Renovables), entidad de la que ya forman parte 160 países y que fue impulsada en origen por nuestro país junto a Alemania y Dinamarca aunque luego fuera abducida por los petrodólares y plantada en Abu Dabi.
Estar en el Consejo de IRENA no cuesta dinero, que pensé yo en un primer momento que podría haber sido la excusa que hubiera esgrimido desenfundando inmediatamente la escopeta, no de cañones recortados, sino de cañones para recortar que con tanta alegría emplea todo el Gobierno. No, el Consejo de IRENA no cuesta dinero, no más de un par de billetes de avión al año. En el Consejo están la mayor parte de nuestros socios (y ¿amigos?) como Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Suecia, Francia o Dinamarca, están también México y Emiratos Árabes Unidos, entre otros hasta una quincena de países.
El Consejo es una atalaya para tener información de primera mano de por dónde van los tiros en esto de las energías renovables que, por si usted no lo sabe, bastante gente dice que es el futuro de la energía. Mire, señor Soria, un servidor no es en absoluto partidario de la energía nuclear –más bien lo contrario- pero estaría encantado de estar en un organismo en el que pudiera disponer de mejor información sobre su evolución; un servidor es contrario a la perforación de nuestro territorio con la nefasta técnica del “fracking” en búsqueda de un gas o de un petróleo -que lo llamen como la llamen seguirá contribuyendo al cambio climático además de contaminar nuestros acuíferos- pero yo entendería que estuviéramos en las conferencias internacionales sobre el tema porque forma parte de nuestra lamentable realidad.
No llego a entender que ustedes no acierten a admitir que el ahorro, la eficiencia y las renovables son el futuro de la energía además de la salida a nuestra crisis actual, pero …. no querer estar donde se habla del futuro ya no es un error político, es la evidencia de una grave dolencia: paranoia anti–renovable. Hágaselo mirar, Ministro.
