Sergio de Otto
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Tienen razones para pensarlo los que consideran que son demasiadas las expectativas, las esperanzas que suscita la llegada de Barak Obama a la Casa Blanca ya que pueden desembocar en la decepción y la frustración. Tienen razones para el hastío los lectores de esta revista, que han tenido ya oportunidad durante semanas de leer, escuchar y ver en todos los medios de comunicación todo tipo de análisis, glosas, elegías, biografías, juicios y pronósticos sobre el personaje y el periodo que se abre. Sí, podemos estar aburridos y concluir coloquialmente que tenemos Obama hasta en la sopa. Pero a pesar de todo no me puedo resistir a comentar en esta columna el acontecimiento histórico —allá aquellos que quieren calificarlo de “exótico”— de que, no un negro, sino un “verde” asuma el poder del imperio.
Seguro que muchos de los lectores de Energías Renovables que llevan años en la lucha por el medio ambiente, militando en grupos ecologistas, participando en movimientos sociales consideran exagerado, incluso puede que una herejía, que le atribuya ese calificativo al nuevo presidente de los Estados Unidos. Pero no lo calificó de “verde” por establecer un paralelismo con sus trayectorias sino por comparación con el resto de la clase política que en todo el mundo rige con tan poco acierto nuestros destinos. Obviamente, si lo comparamos con su predecesor su discurso incluso podría considerarse el de un extremista radical del ecologismo.
Desde su campaña electoral, pasando por su toma de posesión, hasta la presentación de su política medioambiental hay una demostración constante de preocupación y sensibilidad sobre los problemas ambientales, hasta ahora inéditas en los principales líderes mundiales. Me quedo, como ejemplos, con algunas frases que invitan a esa esperanza y que levantan fundadas expectativas. En referencia al cambio climático señala con contundencia: “mi administración no negará hechos, se guiará por ellos”. ¡Lástima de dos mandatos perdidos! Respecto a la energía no duda en afirmar que “ningún asunto es tan fundamental como este”. ¿Se acuerdan que un servidor cerraba su última columna con un tópico “la energía, estúpidos, la energía”? Ante el Capitolio pronunció unas palabras sencillas que para mí resumen todo un programa, “emplearemos el sol, los vientos y la tierra para desplazar nuestros coches y hacer funcionar nuestras fábricas”.
Y sólo unos días antes destacaba el liderazgo de España, junto a Alemania y Japón, en el desarrollo de las energías renovables, palabras que habrán servido —eso espero— para abrir los ojos aquí a algunos que sólo andan preocupados por unos céntimos de euro del kilovatio y que no ven las bazas tan favorables que tienen en sus manos para afrontar una oportunidad única en la historia reciente de situar a nuestro país en la vanguardia mundial.
Sí, soy consciente que también hace poco menos de un año escribía con ingenua ilusión sobre la expectativas que ciertas declaraciones del candidato a la reelección como presidente del Gobierno de nuestro país permitían albergar en el camino de la sostenibilidad. Y luego: nada.
Obama, de entrada, demuestra convicción, fuerza, profundidad en las ideas más allá de su brillante oratoria; nos transmite la sensación de haber entendido el momento crucial del planeta y la necesidad emprender esa nueva era. Pero tendrá que demostrarlo con los hechos, con políticas muy atrevidas que no servirán para nada si se quedan a medio camino. De momento me quedo con la satisfacción de que en el despacho oval hay un señor que en lugar de negarlo dice que va a liderar la lucha contra el cambio climático.
Además necesitamos creerle, porque necesitamos que dentro de treinta años en los libros de Historia se escriba que “en 2009 asumió la presidencia del país más poderoso —entonces— de la tierra, un hombre ….. negro, no, lo relevante es que era verde y sus hechos lo demostraron”. Así sea.