“Es la mejor noticia energética para la economía española que podíamos tener” escucho en la radio al locuaz Ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, exultante, eufórico, pletórico porque ya tiene el bálsamo de Fierabrás para todo los problemas de nuestro sistema energético: el petróleo de Canarias. El ministro ha anunciado a bombo y platillo la autorización de las prospecciones de forma tan precipitada que hasta se había olvidado que su colega del Ministerio de Agricultura, Alimentación y ¿Medio Ambiente?, Miguel Arias Cañete, tendrá que “mojarse” con la evaluación del impacto ambiental de las mismas.
Es tan significativo como descorazonador que hasta el día de hoy (cuando todavía no se conocen las medidas para atajar el déficit de tarifa del sistema eléctrico) los principales ejes de la política energética del nuevo Gobierno sean por este orden: una moratoria a las renovables, prorrogar la vida de una vieja central nuclear, anunciar que se mantendrán las ayudas al carbón y, por último, apostar ciegamente por el petróleo. Y digo ciegamente porque no tengo conocimiento de que se haya llevado a cabo un debate a fondo sobre las ventajas e inconvenientes –que los tiene y muchos— sobre lo que supone la prospección y extracción posterior de crudo en las aguas del Atlántico a mitad de camino entre el continente africano y las islas Canarias.
El entusiasmo del ministro por el yacimiento de petróleo contrasta con las líneas generales de la política energética de la Unión Europea que tiene un denominador común: descarbonizar la energía. No estamos condenados a quemar hidrocarburos hasta su agotamiento, no estamos obligados a mantener el petróleo como principal fuente de energía lo que haría buena la apuesta por extraerlo nosotros en lugar de comprárselo a otros. No, de lo que se trata es de ir abandonando ese modelo energético y de hacerlo lo más rápidamente posible. Lo que tenemos que hacer es poner una fecha de caducidad al uso de estos combustibles fósiles porque son la principal causa de un cambio climático que día sí y otro también llama a la puerta con elocuentes evidencias.
Lo más sangrante es que tenga que ser Canarias el escenario de este nuevo dislate cuando precisamente las islas pueden y deben ser el escenario de lo que será mañana en todas partes un modelo energético basado fundamentalmente en las energías renovables con la combinación adecuada de las distintas tecnologías limpias que allí, ya hoy, son más competitivas en términos económicos que las convencionales.
Ese paquete de medidas con el que se ha retratado en materia energética el nuevo Gobierno supone no un frenazo, ni siquiera un paso atrás, constituye desgraciadamente un retroceso histórico que cuestiona, e incluso anula, lo que durante el anterior mandato del PP entre 1996 y 2004 se había avanzado en el desarrollo de las renovables. Han puesto la máquina del tiempo en marcha, y no precisamente para “regresar al futuro”, sino para volver al pasado, a un pasado rancio con más nuclear, más carbón y más petróleo.