En el momento de escribir estas líneas estoy tentado de referirme, por ejemplo, a la cantidad de disparates que pudimos escuchar durante el episodio que tuvo lugar en la primera quincena de enero cuando se dispararon los precios del mercado eléctrico, o al resultado de la subasta de potencia renovable que cerraba el mes, o a glosar el acierto que supone la creación del Fondo Nacional de Sostenibilidad del Sector Eléctrico (FNSSE) para repartir el esfuerzo de transformación de nuestro modelo energético entre los distintos usos de la energía, cumpliendo, por cierto, la demanda que Fundación Renovables hacía once años atrás, o, sencillamente reflexionar sobre la cantidad de “Filomenas” que tenemos por delante.
Son, sin duda, hechos destacados de la actualidad, pero prefiero referirme a un tema crucial de la transición ecológica en la que estamos inmersos: nuestra participación, nuestro papel, la capacidad de cada uno de nosotros para hacer frente a la crisis climática, para hacer más sostenible nuestra relación con el planeta que nos acoge. Ha sido la lectura del último libro de Carlos Fresneda, periodista con una larga trayectoria ocupándose de los temas ambientales, la que me ha cargado de argumentos para el optimismo, para creer en la viabilidad de esta revolución a la que estamos abocados.
En “Ecohéroes”, Carlos recoge el testimonio de “cien voces por la salud del planeta” entre las que se encuentran desde personajes de renombre mundial como pueden ser Jane Goodall, David Attenborough o James Lovelock hasta personajes desconocidos que han llevado a cabo iniciativas, proyectos de todo tipo, algunos insólitos, otros sencillos, pero siempre con un denominador común: hacer más sostenible nuestra presencia en la tierra. Esas voces están agrupadas en nueve capítulos dedicados a ciudades, alimentación, ciencia, naturaleza, agua, clima, energía, economía y consumo. Con todos ellos, con los cien protagonistas, ha hablado Carlos, que logra en las tres o cuatro páginas que dedica a cada uno acercarnos su ejemplo y su testimonio de una forma tan atractiva que te engancha como una novela.
Desde la historia de Joan Carulla, un “payés urbano” que hace cuarenta años ya cultivaba en su azotea barcelonesa, adelantándose varias décadas a la moda que arrasa hoy en Manhattan y otras capitales mundiales, hasta las reflexiones del economista reconocido mundialmente Nicholas Stern, el libro presenta un riquísimo catálogo de actitudes e iniciativas que tienen como principal característica su diversidad y constituye un inmenso e inspirador abanico de alternativas para no quedarnos cruzados de brazos.
En el ámbito de la energía, Carlos Fresneda nos trae el ejemplo de coherencia de Domingo Jiménez Beltrán que ha hecho de su casa una demostración de la viabilidad de lo que ha venido defendiendo desde hace tantos años y que hoy resume en el concepto de “autosuficiencia conectada”. También nos cuenta el éxito de la iniciativa de Gijsbert Huikink, el holandés que puso en marcha Som Energía, una de las más evidentes demostraciones de cómo la sociedad puede ser protagonista del cambio, o la merecida mención al incansable Pep Puig que ha logrado hacer realidad su sueño de “Viure de L’Aire”, la primera iniciativa popular para instalar un aerogenerador.
La lectura de estos cien testimonios, pese a los certeros y preocupantes diagnósticos que muchos de los protagonistas manifiestan, invita a la acción, al convencimiento de que frente al reto al que nos enfrentamos hay un sinfín de posibilidades para hacerle frente o para adaptarnos.
No sé si lo más acertado es hablar de “ecohéroes” como lo hace el título, aunque algunos lo son obviamente por las condiciones en que desarrollan su tarea, como es el caso de Nina Gualinga una de las “Guardianas del Amazonas”. No es heroísmo, no debería ser heroísmo, ponerse en marcha, reaccionar a lo que está mal, buscar otras formas de hacer las cosas, no esperar a que los gobiernos actúen con decisión o buscar el amparo de las leyes para actuar.
Estas cien voces lo que nos cuentan es que cada uno de nosotros tiene un papel en esta transición ecológica, que no podemos ser meros espectadores y que nuestra participación la hará viable.