El mismo día que decenas de miles de jóvenes se echaban a la calle en nuestro país, como otros cientos de miles lo hacían por todo el mundo, para reclamar a los políticos que abandonen los discursos más o menos vacíos y se lancen a la acción ante la crisis climática que amenaza nuestra forma de vivir en este planeta, y especialmente la de generaciones futuras, sí, ese mismo día, se consumaba la ruptura del partido que ha intentado articular desde el ecologismo una respuesta política a los problemas de la sociedad.
Ese 27 de septiembre que puede pasar a la historia como el día de la primera gran movilización de la sociedad frente al reto global al que se enfrenta la Humanidad en su conjunto, movilización liderada por una juventud que ha seguido la huella de una ahora controvertida Greta Thunberg (¡por favor no matemos al mensajero! ), sí, ese mismo día, se daba a conocer el resultado de una consulta a las bases de Equo con tres alternativas para acudir a las urnas el próximo 10 de noviembre: dos posibles alianzas (Unidas Podemos y Más País) y una tercera vía que significaba acudir en solitario. Era una consulta destinada, a priori, a certificar la ruptura que de hecho se había producido ya a la hora de elaborar las coaliciones en las últimas elecciones municipales y autonómicas del pasado mes de junio.
Las bases, siguiendo la línea elegida por numerosos cargos como Inés Sabanés o Alejandro Sánchez, han optado por unirse a la ampliación a nivel nacional de la iniciativa de Errejón que nació la pasada primavera. Sale derrotado de esa consulta Juantxo López de Uralde, el que hasta ahora ha sido la cara más visible del partido y quien sin duda había liderado el loable esfuerzo de poner en marcha esta transformación del movimiento ecológico en partido político.
Tuve el honor en su día de ser llamado, hablamos del año 2010, a formar parte del Consejo Asesor de la Fundación Equo que entonces nacía para dar a luz en los meses siguientes al partido como se recogía en su objetivo de ser un “núcleo de formación y debate sobre ecología política y equidad social y la formación de un movimiento sociopolítico”. Mi modesta contribución fue apuntar, desde el primer momento, que era preferible una larga –aunque fuera muy larga– travesía del desierto a mezclar el verde con “otros colores” por legítimas que fueran sus causas. Entendía yo que solo un partido cuyo discurso y actuación se limitara (por frustrante que sea eso en política) al ámbito medioambiental, a la sostenibilidad entendida de la manera más generosa, tendría la oportunidad de recoger el voto de distintos “caladeros” ideológicos y unir a buena parte de la ciudadanía en esa vía.
Lamentablemente López de Uralde se quedó a un puñado de votos en las elecciones de 2012 y en las europeas de 2014 tuvo que contemplar como irrumpía Podemos impulsado por la fuerza del 15-M, mientras que Equo se tenía que conformar con compartir el escaño en Estrasburgo con sus aliados de Compromis. Luego vino la coalición con Podemos, aunque quizás “coalición” es un término exagerado para el escaso entusiasmo con el que Iglesias les abrió las puertas, pero, en cualquier caso, tuvo la recompensa de tres escaños para los verdes con la satisfacción de López de Uralde de ser el candidato de la coalición con mayor porcentaje de votos en su circunscripción.
Hacer balance de aquel paso, que ratificaron las bases de Equo como ahora lo han hecho para irse con Errejón, no es tarea fácil. Son muchas las iniciativas que los diputados verdes han logrado sacar adelante, incluida la última de instar al Gobierno a declarar la emergencia climática, pero la presencia de Equo en la coalición morada no ha logrado evitar algunas salidas de pista, como el apoyo a la continuidad del carbón como fuente de nuestro sistema energético y, sobre todo, centrar en el ecologismo el discurso de esta formación.
¿Es mejor intentar teñir de verde otro partido o coalición o hacer fuerza con un pequeño grupo parlamentario ante el resto de las formaciones políticas? La respuesta yo la tengo clara, aunque la complica el hecho de que el PSOE haya hecho de la sostenibilidad unos de los principales ejes de su política. En cualquier caso, creo que somos muchos los que tendríamos más claro nuestro voto en la próxima cita con las urnas si tuviéramos una opción exclusivamente verde, no desteñida.