Las empresas que durante estos años de crisis, de recesión y de espectacular bajada de la demanda eléctrica han mantenido unos altísimos niveles de beneficios que nada tienen que ver con la actual situación, por lo que pueden calificarse de obscenos, y que doblan el margen de las grandes compañías europeas, se han permitido el lujo de lanzar unas campañas de intoxicación a la sociedad sobre los costes del recibo de la luz. Vergonzosa e inmoral manipulación pero, eso sí, ejecutada perfectamente y con el habitual despliegue de medios que solo ellos tienen a su alcance.
Una de estas compañías ha pretendido trasladar a la opinión pública la idea de que solo el 38% de lo que pagamos los consumidores tiene que ver con ellos, con su humilde negocio que el pasado año les reportó 6.000 millones de euros de resultados. (Sí, incluido el negocio en el exterior, pero 6.000 M€). Una magnífica infografía ha lanzado a los lectores de los principales periódicos de este país un contundente mensaje: “oiga que lo nuestro, generar y distribuir la electricidad es muy poca cosa, que la culpa de lo que pasa con su recibo de la luz no tiene nada que ver con nosotros”.
Si el planteamiento general es escandalosamente perverso por falso, el hecho de presentar las primas a las renovables como “subvenciones medioambientales” es un ejercicio de cinismo deleznable. En primer lugar vamos a aclarar que las grandes compañías eléctricas han sido históricamente las principales receptoras de esas primas puesto que controlaban en su día más del 70% del negocio eólico cuando esta tecnología acaparaba la mayor parte del paquete de incentivos.
Entonces las primas eran defendidas a capa y espada por estas compañías pero cuando estos incentivos fueron a parar a otras tecnologías con las que ya estas empresas no podían mantener su papel dominante empezaron a demonizarlos. Cuando las primas iban a su cuenta de resultados eran adecuadas, cuando van mayoritariamente a las de otros como es el caso de la fotovoltaica o la termosolar pasan a ser “subvenciones medioambientales” que “ya me dirá usted que pintan en su recibo” como parece querer decir el anuncio de marras, trasladando un cierto desprecio a la sensibilidad con nuestro entorno.
Esta vergonzante campaña ha tenido respuesta con datos y presentaciones incontestables pero, lamentablemente, a años luz en el empleo de recursos respecto a la de las eléctricas. Miren, no es el 38% lo que se llevan ustedes del recibo como han querido hacer ver a los consumidores españoles (así lo han interpretado todas las personas de mi entorno ajenas al ámbito de la energía) sino que, como han demostrado las cifras presentadas por UNEF y otras organizaciones, “LO SUYO” ES EL 55% DEL PASTEL, para el Estado un 27% a través de los impuestos (podríamos discutir la conveniencia del que nos impuso la Ley 15/2012) un 9% para otros agentes y solo un 9% para los renovables independientes contra los que han desatado en estos años una guerra que, desgraciadamente, ya han ganado y que en estos días pasa por la fase de aniquilación con “los mil parámetros” que van a rematar la quiebra de miles de empresas y particulares.
Otra asociación fotovoltaica, ANPIER ha publicado (también con escasos medios) su respuesta a esta manipulación con la imagen de un ladrón (un enchufe múltiple pero está bien traído el término) al que se enchufan “los costes más extraños que soportas”. Pues sí, extraños o como queramos llamarlos, son la sobre retribución de la generación hidráulica y nuclear, los pagos por capacidad, las costes de transición a la competencia, los sobrecostes de las subastas, los márgenes de los mercados de ajuste, etcétera.
Ya saben, se puede engañar a alguien todo el tiempo, se puede engañar a todos un tiempo, pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo que es lo que ustedes pretenden. Los ciudadanos están empezando a reaccionar y ustedes lo saben, de ahí esas campañas, esas “megacojoofertas” que se sacan de la manga para contrarrestar la huida hacia comercializadores independientes y la permanente presencia de su portavoz, el presidente de su patronal, disfrazado con piel de cordero, manipulando datos para confundir a la opinión pública. La transparencia del recibo de la luz no es la que han presentado, la realidad de ese recibo es bastante más obscena.