Sergio de Otto
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Permítanme los lectores comenzar con una anécdota. El otro día gané una cena con una apuesta. Asistía a una jornada sobre energías renovables en la sede de la Academia de Ingeniería. Una vez concluidas las intervenciones de los ponentes que hablaron de las ventajas de las renovables, pero también de sus inconvenientes, se abría el turno de preguntas desde la sala. En ese momento me jugué con mis compañeros de fila a que la primera intervención no sería una pregunta sobre renovables sino una proclama pro nuclear. Gané por supuesto. Pero no tiene mérito. Uno acude, por su trabajo y por vocación, a muchos foros cada mes y ya es habitual, casi un rito, que en aquellos dedicados a las energías renovables siempre aparezca uno de los muchos “profetas” de la tecnología nuclear para plantear la cuestión en términos de “nuclear versus renovables”.
Cuando hablo de “profetas” no me refiero, por ejemplo, a mis amigos del Foro Nuclear con su presidente Eduardo González al frente, de los que discrepo en la mayor parte de sus argumentos, pero que cumplen con su labor de lobby, tarea digna y respetable en nuestra sociedad, y en quienes aprecio su escasa beligerancia respecto a las renovables.
Los “profetas nucleares” tienen otro estilo y son legión: hay viejos catedráticos, columnistas, profesionales del sector, apasionados ingenieros que ven en la nuclear la cúspide de su saber, y algunos que pasan por ahí. A todos se les reconoce porque su argumentación arranca desdeñando el papel de las renovables y especialmente el de la eólica. El primer argumento —en demasiadas ocasiones el único— siempre es el de “son caras porque están muy subvencionadas”. Será porque la nuclear no ha recibido nunca un duro de los erarios públicos. ¡Ah! y respecto a lo de que la nuclear es mucho más barata que se lo pregunten a los finlandeses, que además de un considerable retraso, llevan gastados ya en la construcción de esa famosa central tres veces lo presupuestado inicialmente. (Ver artículo del Profesor Linares en www.soitu.es).
El otro latiguillo habitual de estos profetas es este: “el mundo, nuestro entorno, está apostando por la nuclear y nosotros con la eólica vamos en dirección contraria”. ¿De verdad? ¿Mienten las estadísticas? Que uno sepa, por ejemplo, en 2007 la potencia nuclear en Europa se ha reducido en 1.203 MW (sí, –1.203 MW) y la eólica se ha incrementado en 8.554 MW, incremento que en todo el mundo alcanza los 20.000 MW. Sí, Gran Bretaña ha abierto la posibilidad de retomar la construcción de centrales nucleares pero… veremos las cifras y si se hace, mientras tanto siguen construyendo parques eólicos. Sí, Francia está construyendo una central experimental de nueva generación pero… se ha propuesto formalmente instalar 20.000 MW eólicos en los próximos años. ¿Seguimos?
No, señores, nuestro entorno no apuesta por la nuclear, apuesta, y así lo pone de relieve la política energética de la Unión Europea anunciada por el presidente Barroso y cuatro de sus comisarios, por las energías renovables. Esa sí que es la apuesta de nuestro entorno europeo, de los Estados Unidos, Canadá y Australia, la de China y la India, etcétera, etcétera.
En esta columna nos gusta hablar de las ventajas de las renovables, analizar los inconvenientes que puedan plantear —que nadie niega, al contrario de lo que sucede con los que irresponsablemente le quitan importancia a los residuos radiactivos—, proponer el incremento de la cuota de estas tecnologías limpias y autóctonas, concienciar sobre el ahorro y la eficiencia, y desde hace mucho tiempo hemos sido partidarios de reabrir el debate sobre la nuclear pero, eso sí, poniendo todos los argumentos, todos los números sobre la mesa.
Pero, ante todo, uno piensa que el debate sobre el modelo energético no es enfrentar una tecnología con otra como pretenden estos limitados agentes de propaganda. Lo fundamental hoy es valorar adecuadamente todos y cada uno de los factores que influyen en las políticas energéticas. Desde la seguridad en el abastecimiento a la sostenibilidad, en su más amplio sentido, sin olvidarnos de los aspectos geopolíticos y sociales en un mundo cada día más pequeño. En este sentido no podemos pretender para nosotros, los privilegiados occidentales, apostar por una tecnología que nos pone los pelos de punta cuando la tiene la otra mitad de la humanidad.
Eso sí, mientras tanto seguiré ganando apuestas sobre la intervención en cualquier tipo de foro de los “revientajornadas renovables”. ¡Son tan previsibles!