Con un enfoque sistémico que integre cuatro variables: más electrificación, más renovables, más eficiencia energética y más flexibilidad en la demanda. Pasar de un modelo energético carbonizado a uno descarbonizado implica electrificación y digitalización. Un binomio del que nace lo que llamamos Electricidad 4.0 y que nos conduce hacia la descarbonización de la sociedad, la economía y el planeta.
Con esta estrategia, además de ser más sostenibles y eficientes energéticamente, también será más factible gestionar todas las tipologías de emisiones de carbono.
Como sabemos, para calcular la huella de carbono se diferencian tres tipos de emisiones:
• Emisiones de Alcance 1 se liberan directamente a partir de las operaciones de una empresa.
• Emisiones de Alcance 2 se liberan indirectamente a partir de la energía adquirida y previamente transformada: electricidad, vapor, agua fría o caliente…
• Emisiones de Alcance 3 son todas aquellas emisiones indirectas previas y posteriores asociadas a la cadena de valor de una empresa y necesarias para fabricar productos o generar servicios.
A continuación, veremos qué estrategias podemos seguir para reducir las emisiones de carbono de cada una de estas tres tipologías.
Alcance 1: Más electrificación y eficiencia energética
Para alcanzar los objetivos y, además, controlar los costes energéticos y la dependencia de gas y petróleo, debemos reconsiderar la forma en que consumimos y generamos energía. Tenemos que usarla de forma más inteligente, además de hacerla más limpia.
Ser sostenible significa ser más eléctricos y ser inteligentes significa ser más digitales. La electricidad 4.0 representa la convergencia de lo eléctrico y lo digital a escala, puede hacer que el sistema eléctrico sea más ecológico e inteligente.
Se ha demostrado que la electricidad es de 3 a 5 veces más eficiente que otras fuentes de energía. De hecho, es el tipo de energía más eficiente y también es el mejor vector para la descarbonización. En el 2040, necesitaremos el doble de electricidad para satisfacer nuestras necesidades, es decir, hasta el 40 % del consumo total de energía.
Gracias a la digitalización, lo invisible se convierte en trazable, lo cual ayuda a impulsar las eficiencias. Las tecnologías digitales como la medición y la monitorización nos ayudan a darnos cuenta de cómo usamos nuestra energía. Si a eso le añadimos dispositivos inteligentes, aplicaciones, análisis y software, podremos crear energía inteligente de una manera más eficiente, lo que significa que podremos aprovechar un gran potencial a la vez que seremos más eficientes.
Para lograr sus objetivos y medir su desempeño ESG, las empresas deben controlar los datos provenientes de diferentes fuentes y proveedores y compartirlos. Los datos son un elemento imprescindible para valorar el progreso, mejorar y así reducir los impactos negativos, anticiparse en la toma de decisiones para ajustar el plan de acción climática.
Alcance 2: energías renovables y microgrids. La energía como un activo
No cabe duda de que el sector de las energías renovables en los últimos años ha experimentado un gran crecimiento a nivel mundial. Según las últimas previsiones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la participación de renovables en el suministro eléctrico global pasará del 26% del 2018 al 44% en 2040. España, por su parte, se ha colocado ya en las primeras posiciones tanto a nivel europeo como mundial: más de la mitad de toda la producción nacional de energía proviene de renovables. Este avance es muy indicativo de la apuesta española por las energías renovables.
Por supuesto una de las principales formas de invertir en renovables es a través de la generación on-site, especialmente en solar fotovoltaica. Otro instrumento para integrar las energías renovables en las empresas es a través de acuerdos de compra de energía (PPA) de origen renovable. Desde 2008, las empresas han firmado contratos de varios cientos de megavatios de PPA en todo el mundo.
Con la mayor penetración de las renovables, resulta urgente acelerar la flexibilidad del mercado energético, permitiendo por ejemplo a los consumidores decidir cuándo reducir su consumo o volcar más energía a la red. Empoderando a los consumidores a gestionar la energía como un activo. En este terreno, las microgrids jugarán un papel estratégico, porque permiten generar, almacenar y gestionar la energía in-situ. De hecho, si cogemos de referencia la microgrid que hemos instalado junto con Acciona en nuestra planta de Puente la Reina, de media somos capaces de autoabastecernos del 20% de la energía que necesita la planta, cifra que ha subido hasta el 80% en épocas estivales.
La generación de renovables distribuida, en la que los consumidores puedan generar su propia energía, gestionarla con microgrids y vender el excedente a la red, conforma un nuevo panorama para las redes que será imposible de gestionar y controlar sin las tecnologías digitales, pero también sin la estrategia adecuada.
Alcance 3. Descarbonizar la cadena de valor y la infraestructura eléctrica
Según un estudio de CDP (por Carbon Disclosure Project) entre más de 8.000 compañías, las emisiones de la cadena de suministro son, de media, 11 veces más altas que las emisiones de las operaciones. La gestión responsable de la cadena de suministro se está poco a poco convirtiendo en una tendencia en el ámbito de la sostenibilidad empresarial. Los retos son numerosos y en muchas ocasiones las compañías tienen poca influencia sobre sus proveedores, disponen de pocos recursos o no poseen de las tecnologías adecuadas para su trazabilidad. En este sentido, está claro que medir y reducir las emisiones de Alcance 3 es más complicado que las primeras dos tipologías.
Sin embargo, los beneficios también son evidente: al involucrar a los proveedores para su descarbonización, las empresas no solo pueden avanzar en sostenibilidad y responder a las presiones de sus stakeholders, sino también identificar ahorros, desarrollar innovaciones y mejorar sus relaciones con sus proveedores. Al trabajar en ecosistema, por ejemplo, cada vez se desarrollan productos más sostenibles, reduciendo su impacto ambiental y mejorando las opciones de reciclaje al final de su vida útil.
Por ejemplo, a medida que incrementa la electrificación y aumentan las renovables, se hace imprescindible incorporar a la red eléctrica más celdas de media tensión. Sin embargo, esos equipos usan habitualmente hexafloruro de azufre (SF6), un gas sintético con un potencial de calentamiento global 23.500 superior al CO2.
Por eso, en Schneider Electric hemos apostado por una tecnología de celdas de media tensión, digitales y sostenibles, que usan aire y corte en vacío como alternativa al gas SF6. Es una tecnología que incorpora toda la conectividad y sensórica necesaria para aportar inteligencia a la red, y también contribuye a la economía circular, ya que no requiere tratamiento ni reciclaje especial al final de su vida útil: es aire puro.
En conclusión, la transición energética demanda un sistema energético inteligente. La digitalización ayuda a mejorar el uso eficiente de los recursos energéticos, a facilitar la integración de las energías renovables en la red y a avanzar en descarbonización. Por una razón muy evidentemente: para decidir, hay que medir. Y para medir, las empresas necesitan soluciones digitales que integren las últimas tecnologías. Las herramientas digitales pueden permitir el seguimiento, la visualización y la gestión, la distribución y el consumo de energía. Pueden utilizarse para identificar y eliminar las pérdidas y el despilfarro. El objetivo final es incrementar la visibilidad de la red y, así, conocer cuáles son sus necesidades, optimizar las operaciones, aumentar su flexibilidad y ser más eficientes energéticamente.
[A la derecha, Joaquim Daura, Active Energy Management Director de Schneider Electric y autor de este artículo]