Todo empieza por la eficiencia
Para ser competitivos y resilientes en la actual situación, las empresas deben ganar eficiencia, tanto en los consumos como en los procesos. Ya en 2018, la Unión Europea estableció el principio de “primero, la eficiencia energética”, en el Reglamento (UE) 2018/1999, sobre la gobernanza de la Unión de la Energía y de la Acción por el Clima. Dicho de otra manera, el megavatio más barato y más sostenible es el que no se consume.
La UE ha seguido dando enormes pasos adelante y, actualmente, el plan de Europa pasa por fomentar las energías renovables, la electrificación y la eficiencia energética. Esto se ha concretado en estrategias como el Green Deal, Fit 55 o REPowerEU, que han impulsado ayudas y subvenciones de peso para la eficiencia, como los PERTEs. A modo de ejemplo, bajo el Plan “España Puede” se destinarán 6.820 millones para rehabilitar energéticamente los edificios y 1.365 millones de euros en la promoción de redes eléctricas más inteligentes.
¿Dónde y cómo hacerlo?
No podemos mejorar lo que no conocemos, ni reducir lo que no medimos. El sector empresarial debe tomar el control de su consumo energético, lo que implica hacer visible la energía. La clave es comprender cómo y dónde se consume o se desperdicia la energía, en cualquier infraestructura, edificio, industria o comercio. Gracias a la digitalización, lo invisible se convierte en visible y permite contar con el dato único, en su contexto, de forma que sea inequívoco. Esto ayuda a tomar mejores decisiones enfocadas a la reducción del consumo, a aumentar la eficiencia energética e incluso a detectar posibles riesgos. Los sensores IoT, inteligentes y conectados, aportan datos individualizados, que el software permite contextualizar y convertir en información. Si a eso le añadimos un soporte consultivo, se puede extraer todo el valor para tomar mejores decisiones estratégicas y operativas, consiguiendo costes menores mediante una mayor eficiencia energética.
Son muchas las tecnologías avanzadas, como el machine learning y la inteligencia artificial, que nos permiten extraer valor de los datos en el entorno IoT. Todas están convergiendo, aportando más control y supervisión e, incluso, aprendiendo de los hábitos de los usuarios para modificar parámetros, siendo así más eficientes y, por consiguiente, reduciendo el consumo.
Hoy en día, ante el proyecto de crear una nueva instalación o remodelar una existente, podemos construir “gemelos digitales” de un edificio, de un sistema de fabricación o de una fábrica al completo. Estos modelos virtuales permiten predecir y simular cómo actuarán en la “vida real” si cambiamos determinados parámetros o procesos, anticipando cómo se comportarán los equipos. Esto tiene un impacto enorme en una empresa, permitiendo tomar decisiones en base a datos y predicciones, ahorrando costes, minimizando riesgos y, por supuesto, optimizando los recursos energéticos. Algunas estimaciones apuntan a eficiencias del gemelo digital eléctrico de hasta un 40% en los gastos de OPEX.
Además, impacta directamente en la reducción de accidentes por fuego en instalaciones industriales, donde la electricidad se sitúa como principal causante. Podemos incluso dar soporte virtual a un operario en una instalación de forma remota mediante tecnologías de realidad aumentada, virtual o extendida, aumentando la seguridad de las personas y las instalaciones. Esto resulta especialmente relevante si tomamos en consideración las últimas estadísticas del Ministerio de Trabajo en España, según las cuales los accidentes mortales en el trabajo han aumentado más de un 17% en 2022 con respecto al año anterior.
El rol de los servicios y la consultoría para la eficiencia energética
Los servicios y la consultoría cobran especial relevancia en el campo de la eficiencia energética. Esa conectividad y esos datos antes mencionados nos permiten monitorizar los equipos incluso en remoto, y pasar de un enfoque de gestión de la energía reactivo a otro proactivo, e incluso predictivo. Asimismo, una consultoría debe ayudar a las empresas a comprender mejor la problemática de su instalación, vinculando en el estudio sus necesidades productivas y los recursos energéticos con los que cuenta. La generación de diferentes casos de uso y su priorización por ahorros/coste permitirán una implementación de las recomendaciones con el mayor impacto en retornos de inversión.
Al mismo tiempo, con una consultoría, podemos estudiar las condiciones de la instalación y sus procesos para proponer mejoras que pueden estar o no apoyadas en tecnologías para optimizar el uso de la energía. Un ejemplo de esto podría ser el uso de la energía calorífica que pueden producir ciertos procesos exotérmicos para alimentar otros como pueden ser climatización o incluso generación de energía eléctrica mediante ciclos combinados.
En Schneider Electric desarrollamos y apostamos por soluciones y servicios que permiten a las empresas tomar el control de sus consumos. Lo que, por supuesto, impacta directamente en la sostenibilidad, al aumentar la eficiencia y reducir el consumo de energía. Recordemos que la energía más sostenible es la que no se consume.
Nuestras tecnologías y servicios están creando eficiencias y capacidades con las que sólo se podía soñar hace una década, permitiendo incluso anticiparse al futuro gracias al conocimiento de los datos, la evaluación comparativa y el análisis predictivo. En el actual entorno “policrítico”, es clave contar con elementos diferenciadores como los servicios digitales, que han llegado para ayudarnos a ser más competitivos, más sostenibles y más resilientes.
