Aunque anteriormente ya se habían registrado momentos similares, nunca habían durado tanto tiempo. Además, cabe destacar que este logro se produjo en un día laboral normal y corriente, no durante un fin de semana o en un día festivo, cuando la demanda eléctrica suele ser menor.
Un hito significativo, sin duda, pero no aislado. De hecho, según el infirme de Aurora Energy Research, el desperdicio de electricidad renovable se multiplicó por diez en España en 2022, es decir, las paradas de plantas renovables, también llamadas "curtailment", que empiezan a ser ya muy habituales, y no solo en fines de semana. Este escenario se repetirá cada vez más en los próximos años.
¿Es un desperdicio o una oportunidad?
El récord alcanzado el 16 de mayo fue posible gracias a la combinación de una potente generación de energía fotovoltaica y eólica. Las condiciones meteorológicas de ese día favorecieron este hito, ya que fue un día soleado, ventoso y con temperaturas moderadas, propiciando un óptimo rendimiento de ambas tecnologías. Además, en los últimos tiempos ha habido un fuerte aumento en la capacidad total de generación, tanto de instalaciones a gran escala como de sistemas de autoconsumo, como la instalación de paneles solares en los tejados. Estos sistemas de autoconsumo no solo aportan energía a la red cuando hay excedentes, sino que también reducen la demanda eléctrica durante las horas de sol.
Una de las conclusiones obvias de este “momentum” que hemos vivido es que España está avanzando a pasos agigantados hacia un futuro renovable. No se trata de un momento puntual, como ocurría anteriormente, sino que es señal de un cambio estructural. La adopción masiva de energías renovables, especialmente la fotovoltaica, nos está permitiendo cubrir cada vez más nuestras necesidades eléctricas con fuentes limpias. Esto permite no solo reducir la huella de carbono de España, sino que también ejerce presión a la baja sobre los precios de la electricidad durante las horas de sol.
Además, supone un incentivo ambiental y económico para invertir en almacenamiento de energía y promover la electrificación del transporte, de la industria y de la calefacción, que actualmente dependen en mucha medida de combustibles fósiles.
Para poder seguir en esta línea, eso sí, debemos ser capaces de acelerar las mejoras en algunos ámbitos, para aprovechar al máximo los excedentes energéticos. La evolución futura de este panorama dependerá de muchos factores, pero estos serán sin duda algunos de ellos:
• Hay que acelerar la electrificación a todos los niveles y en todos los segmentos, aprovechando la energía limpia y competitiva que podemos desarrollar en nuestro territorio gracias a nuestra privilegiada localización.
• La gestión energética en edificios e infraestructuras con tecnología de microgrids será algo habitual en este nuevo escenario y la manera más eficaz de minimizar las incertidumbres energéticas y ganar en independencia.
• Necesitamos cambiar radicalmente el modelo de subvenciones, incentivando mucho más las tecnologías menos maduras como el almacenamiento.
• El despliegue de baterías debe desarrollarse a todos los niveles, no sólo a gran escala en la red de distribución o transporte, sino también “detrás del contador”, potenciando la figura del prosumidor para aumentar la independencia energética de todos los consumidores.
• Los excedentes de la generación distribuida no se remunerarán en el futuro como se está haciendo hoy. Esto debe interpretarse como una oportunidad para el almacenamiento y la flexibilidad, para una gestión óptima de nuestra red eléctrica.
En cualquier caso, cualquier solución futura pasará por avanzar hacia un enfoque mucho más colaborativo en todo el ecosistema, fomentando la creación de un mercado energético mucho más flexible y una cooperación mucho más cercana entre los productores de energía renovable, los operadores de la red eléctrica y los consumidores de energía, donde todas las interrelaciones ya serán bidireccionales.
Empezamos a vislumbrar la meta, la de un sistema eléctrico basado en la generación renovable (74% en 2030). España se encuentra en un momento de gran oportunidad para seguir desarrollando su capacidad renovable, y al mismo tiempo, implementar estrategias que aprovechen al máximo esta transición hacia un mix energético más sostenible.