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Año 2020… transición energética y digital

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Hoy, iniciamos una serie de artículos, que publicaremos a lo largo de 2020, en los que analizaremos desde el consumo eléctrico hasta la generación centralizada, la transmisión o la distribución, con el objetivo de conocer cuál será la evolución del mercado eléctrico a largo de los próximos años.
Año 2020… transición energética y digital

La energía y la evolución del sector energético poco a poco ha ido entrando en las conversaciones de todos nosotros, desde un punto de vista empresarial pero también desde un punto de vista social. Hasta hace muy poco, la energía era un tema que preocupaba y ocupaba principalmente a las grandes compañías energéticas, incluyendo generadoras, distribuidoras y comercializadoras, así como a grandes consumidores. Sin embargo, las iniciativas gubernamentales relacionadas con la reducción de emisiones contaminantes y la disminución del consumo energético como consecuencia de los compromisos del COP21, con la consecuente necesidad de buscar fuentes de energía alternativas, la mayor concienciación social en pro de modelos descarbonizados, el creciente precio de la energía, la mejora exponencial de la tecnología o el derecho de acceso a la energía como aspecto clave de igualdad social están formulando un nuevo contexto, mucho más amplio, para el sector energético.

En este sentido, no cabe duda de que la energía eléctrica juega un papel clave en este nuevo contexto, gracias a la posibilidad de ser generada mediante tecnologías renovables, su capacidad de almacenamiento, y flexibilidad en transporte, distribución y consumo, así como por las posibilidades de descentralización, por nombrar algunos aspectos. Se estima que en 2040 la energía eléctrica cubrirá el 40% de las necesidades energéticas a nivel global.

En concreto, si tomamos como área de referencia el entorno del consumo –obviando por un momento la generación centralizada, la transmisión y la distribución– pueden desgranarse oportunidades, impactos y retos que el sector va a afrontar a corto y medio plazo.

La situación actual en relación al consumo eléctrico ligado al entorno industrial, de edificios, centros de datos e infraestructuras está claramente marcada por dos principales condicionantes.

Por un lado, la transición energética. No hay duda de que el camino a seguir, marcado por las exigencias de descarbonización, nos lleva a un mundo más eléctrico y con una producción energética más distribuida, posibilitando una gestión mucho más eficiente desde la generación hasta el consumo. Ni que decir tiene que el uso de tecnologías renovables es un hecho clave en esta transformación, estimándose llegar a un 40% de generación renovable a nivel mundial en 2040.

Por otro lado, encontramos las evoluciones tecnológicas, que nos aportan capacidades de digitalización de cualquier proceso o entorno empresarial inimaginable hasta hace bien poco. Sin las evoluciones tecnológicas disponibles hoy en día, no podría darse la transición energética. Es, sin duda, la llamada Transformación Digital, el facilitador tecnológico que marcará directamente cómo se gestiona la energía en todas las etapas del proceso, desde la generación hasta el consumo.

Aunando estos dos factores, el nuevo panorama en el sector eléctrico trae consigo oportunidades de negocio tanto para usuarios finales como para el resto de las compañías que operan actualmente en el sector. Las empresas tendrán –de hecho, ya tienen– la posibilidad de diversificar y expandir sus actividades gracias a nuevos modelos de negocio, eso sí, para transformarse deben ser capaces de adoptar nuevas competencias que les habilitarán para aprovechar dichas oportunidades. Estamos hablando de la Transformación Digital, entendida como la capacidad de convertir el entorno empresarial en datos susceptibles de ser analizados y explotados.

En este nuevo contexto del mercado energético, marcado por Transformación Digital y la Transición Energética como activadores para su evolución y crecimiento, el ámbito de la gestión eléctrica tiene cuatro áreas claras de desarrollo, que se apoyan las unas en las otras, para su crecimiento e implementación.

En primer lugar, destacar la gestión de activos. Gracias al hecho de poder disponer de una gran cantidad de información de los dispositivos eléctricos conectados y su tratamiento mediante software, las empresas pueden hacer un mantenimiento preventivo y predictivo de sus equipos, evitando fallos inesperados y trabajando de una manera más eficiente con la correspondiente optimización de sus costes operativos. En este sentido, estamos viendo ya, por ejemplo, la evolución de los cuadros eléctricos como actores activos del sistema, dejando de ser meros elementos pasivos de protección eléctrica. Con la incorporación de la trazabilidad de los cuadros eléctricos equipados con códigos QR se abren innombrables posibilidades que abrazan el IoT en su máxima expresión, comunicando con el cloud con acceso a datos de rendimiento en tiempo real para optimizar las operaciones, el mantenimiento y la gestión energética de las instalaciones.

Gracias a esta información y a los datos recogidos por dispositivos conectados y su posterior tratamiento, el control del consumo, del uso energético, es mucho más potente, ágil, controlable y predecible dando lugar a múltiples posibilidades de optimización y ahorros. Esta optimización de la utilización de la energía es la segunda área de desarrollo que, aunque hace ya años que se trabaja, sigue teniendo un enorme potencial. Un estudio de Schneider Electric estima que la eficiencia energética proporcionará el 30% de la reducción de emisiones de CO2 de hoy hasta 2040.

En tercer lugar, la continuidad de servicio y la seguridad de las instalaciones eléctricas. Ya hace algunos años que asegurar la ininterrumpibilidad del suministro de energía en infraestructuras y equipos es considerado clave para el desarrollo social y económico, así como la seguridad, tanto en relación a activos como a personas, más allá de las molestias generadas ante cortes de suministro.

Y finalmente y no menos importante, la sostenibilidad. Si bien hace años que las empresas optan por diferentes modelos de compra de energías renovables, la evolución hacia sistemas de autoconsumo mediante tecnologías renovables con generación descentralizada próxima al punto de consumo tiene sin duda un potencial enorme de cara a disminuir las emisiones contaminantes de cualquier sistema. Gracias a la disminución de costes tanto de elementos activos para la generación renovable como de las tecnologías de almacenamiento, así como al hecho de que en España estamos empezando a avanzar para disponer de un marco legal de regulación para instalaciones de autoconsumo, incluyendo las posibilidades del autoconsumo compartido y de la inyección a red por parte de los usuarios, hoy vemos que las llamadas microgrids están muy próximas a ser una realidad.

El desarrollo de estos cuatro puntos dependerá en gran parte de la flexibilidad con la que quieran trabajar las empresas del sector. La explosión tecnológica actual provoca que, en general, las empresas no puedan contar con todo el conocimiento necesario para desarrollar al máximo el potencial que la transformación digital trae consigo. La única vía para aprovecharlo al máximo es una combinación de especialización y colaboración, creando un ecosistema de empresas con competencias complementarias trabajando con un objetivo común, el de desarrollar soluciones globales para un cliente cada vez más exigente y con un papel más activo.

Sin duda, la evolución tecnológica del sector, basada en la Transición Energética habilitada por una profunda Transformación Digital, hará que veamos una enorme evolución en los modelos de negocio y en el diseño de los mercados añadiendo valor para usuarios y empresas. Sin duda, el mejor momento para trabajar en el sector energético si se saben aprovechar las oportunidades al máximo.

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