Estos días he tenido la oportunidad de poder comprobar personalmente qué es la energía. No me refiero a lo que las ‘ilustres’ mentes del industrialismo (bien estrechas de miras, por cierto) han reducido la palabra ‘energía’, convirtiéndola en sinónimo de combustibles fósiles y nucleares, en sinónimo de electricidad, etc. Me refiero a un concepto mucho más profundo. Un concepto, heredado de antiguas y sabias civilizaciones, que considera la energía como la fuerza vital del universo y del cosmos. Y también la fuerza vital de los seres vivos, entre ellos la humanidad.
Y ha sido con ocasión de vivir intensamente varias experiencias inolvidables, que nunca se hubieran producido de no ser por las actuaciones, bien poco inteligentes, de los gobiernos del Reino de España.
Los días que van desde el 11 de septiembre hasta el día de hoy serán recordados por una gran parte de la ciudadanía de Catalunya como ejemplo de lo que es capaz de materializar la energía humana, la energía que fluye en las personas, cuando esta energía se focaliza y se concentra en objetivos concretos.
Sino, ¿cómo se podría explicar que, a pesar de todas las amenazas y de todos los impedimentos (legales, judiciales, policiales, etc) que el presente gobierno de España ha puesto a la celebración del referéndum para la autodeterminación de Catalunya, el referéndum haya podido realizarse? ¿Cómo se podría explicar su realización a pesar de los reiterados anuncios de los voceros gubernamentales afirmando, una y otra vez, que se había desarticulado el aparato logístico del mismo?
Los colegios electorales se abrieron normalmente en toda Catalunya el día 1 de octubre, la mayoría de ellos protegidos y defendidos, desde el viernes por la noche, por la ciudadanía, para evitar el cierre que había ordenado el gobierno de España a través de sus tribunales.
Las urnas estuvieron a tiempo en todos los colegios electorales, al igual que las papeletas y los sobres, gracias a miles de ciudadanos anónimos que realizaron su traslado desde la pequeña localidad de Elna (en la Catalunya francesa) hasta cada uno de los miles de colegios electorales, sin que fueran interceptados por las fuerzas policiales.
Una gran parte de la ciudadanía de Catalunya votó. En concreto, 2.286.217 personas (sin contar las 700.000 personas censadas en distritos electorales y a las cuales los denominados cuerpos de seguridad del Estado (policía nacional y guardia civil) impidieron, por la fuerza (secuestrando urnas) el ejercicio del derecho al voto. Un porcentaje de votación superior a la votación del Estatut de Catalunya.
El día 1 de octubre hubo 92 asaltos policiales (policía nacional y guardia civil) a colegios electorales, tanto en la ciudad de Barcelona (28 asaltos), como en las diferentes comarcas de Catalunya (64 asaltos), que se saldaron con más de 800 personas heridas y/o contusionadas. A pesar de que todas las acciones de resistencia se realizaron de forma totalmente pacífica, en la más pura tradición gandiana.
En resumen, sin la energía humana manifestada por millones de personas nunca la ciudadanía catalana hubiera podido ejercer su derecho a la autodeterminación, derecho reconocido universalmente, y al que todos los pueblos del mundo tienen derecho, por encima de las legislaciones de los obsoletos Estados-Nación jacobinos y centralistas, heredados de los siglos XIX y XX.
El estado-nación moderno, con sus ansias de dominio sobre la humanidad y la naturaleza, se ha ido configurando sobre la opresión de las culturas locales y sobre el expolio de los sistemas naturales. En el marco de la globalización, los estados-nación, que se configuraron a lo largo del siglo XX, han servido para asegurar el dominio de los poderes transnacionales (sobre todo industriales, económicos y financieros) sobre la población y sobre los bienes comunes del planeta.
Y ello también lo hemos visto materializado, de forma meridianamente clara, en los últimos años, en el Estado español, a raíz de toda la retrógrada legislación adoptada para impedir el acceso ciudadano al uso generalizado de las tecnologías para la captación, transformación y uso de la energía contenida en los flujos biosféricos y litosféricos. La vulneración del derecho a la libre captación y uso de la energía del Sol, va parejo con la vulneración del derecho a la libre determinación de los pueblos.