Los hechos han demostrado a lo largo del siglo XX, y lo continúan demostrando en el presente, que una sociedad que basa su sistema eléctrico en la quema ineficiente de combustibles fósiles y en la fisión peligrosa de combustible nuclear, controlada por un puñado de grandes corporaciones oligopolísticas o monopolísticas, es incapaz de garantizar, a toda la población del planeta, el derecho humano a la energía.
Cuántas personas y/o familias no tienen acceso a los servicios que la electricidad puede proveer ya que en las sociedades donde viven, ni existen ni existirán las infraestructuras que se desarrollaron en algunos lugares del mundo para disponer de los servicios que la electricidad provee.
Y cuántas personas y/o familias no pueden cubrir sus necesidades energéticas para vivir dignamente, dado que, en las sociedades que les acogen, ellos no pueden pagar los, siempre crecientes, precios del servicio eléctrico convencional.
Como muy acertadamente declaró la World Renewable Energy Assembly – WREA (2005), “las energías renovables son las únicas que pueden garantizar el derecho humano a la energía” pues son las que se manifiestan de forma más democrática.
Los humanos, desde que estamos en la Tierra, hemos tenido libre acceso al Sol, la principal fuente de energía que el planeta dispone. Pero con la imposición de los sistemas de generación de electricidad a base de quemar los combustibles no renovables, la humanidad dejó de mirar al Sol y fue sumida en el espejismo energético fósil, del cual han sacado un suculento provecho las corporaciones eléctricas hoy existentes (con la inestimable ayuda de irresponsables políticos con cargos públicos de gobierno).
Las crisis de combustibles fósiles que se manifestaron en la década de los años 70 pusieron al descubierto la vulnerabilidad del sistema eléctrico basado en combustibles fósiles. Las grandes corporaciones pretendieron imponer, una vez mas, su visión. Esta vez mediante centrales térmicas nucleares. Pero la tozuda realidad económica y tecnológica (y la oposición ciudadana) hizo morder el polvo a muchas aventuras nucleocráticas.
Los mandamases energéticos tampoco dieron importancia, ni tomaron en consideración, los trabajos que empezaban a realizar algunos, pequeños y decididos, grupos de ciudadanos, aliados con científicos y técnicos comprometidos con la sociedad, surgidos a raíz de la crisis del petróleo, en diversas partes del mundo. A lo sumo, se burlaron de los artefactos y sistemas energéticos diseñados para aprovechar el Sol, el viento, la biomasa… por aquellos que practicaban la denominada, entonces, tecnología alternativa.
Pero algunos de aquellos ‘locos’ fueron lo suficientemente cuerdos para desarrollar tecnologías, hoy bautizadas como ‘disruptivas’, tecnologías que, en el momento en que son adoptadas masivamente por la población, tienen la capacidad de modificar radicalmente el statu-quo dominante, subvirtiéndolo.
Y ésta es la situación que se vive hoy en algunos países, entre ellos España, donde las tecnologías para el aprovechamiento de las fuentes de energía renovable se han desarrollado lo suficiente como para poner en jaque a las corporaciones oligopolísticas, que han visto disminuir su cuota de mercado, pues ésta ha ido siendo ocupada por aquellas iniciativas empresariales y privadas que apostaron por un nuevo sistema de generación eficiente, limpio y renovable.
Habiendo pertrechado sus consejos de administración con personas relevantes que tuvieron en su día cargos en el gobierno del reino de España, la reacción de los señores del feudo eléctrico no se ha hecho esperar. Igual que los señores feudales atacaban furiosamente a sus siervos cuando estos ponían en peligro los privilegios señoriales, los señores del feudo eléctrico atacan a las personas/entidades que osan cuestionar sus caducos privilegios, entre ellos, su ‘patente de corso’, la generación y distribución de electricidad.
Primero, empezaron ignorando a las renovables. Posteriormente se burlaron de ellas. Hoy día las atacan ferozmente. Es el paso previo para que empiecen a perder la batalla y salga triunfante el sentido común, pues la humanidad para continuar viviendo en el planeta Tierra debe cultivar la relación amorosa que, desde siempre, ha existido entre el Sol y la Tierra. Y las energías renovables son parte de esta historia de amor, que el espejismo fósil pretendió hacernos olvidar.
Sr Soria, Sr. Rajoy, por mas que quieran poner barreras, cortapisas, impuestos, precios disuasorios, prohibiciones, tasas, etc… al uso de la energía del Sol por parte de la ciudadanía, no se saldrán con la suya (que no es suya, pues ustedes se comportan como lacayos al servicio de los señores del feudo eléctrico). Así como las puertas al campo se las lleva el primer vendaval, cualquier impedimento a las renovables, y en especial a la solar, se lo llevará por delante la ciudadanía, tarde o temprano, ejerciendo su soberano derecho al uso libre del Sol. Al tiempo para comprobarlo.