Si las renovables son mas baratas que nunca y el coste de generación renovable es cada vez más barato, ¿por qué las facturas de la electricidad son tan caras? Esta es la pregunta que la ciudadanía y muchas empresas usuarias de la electricidad se plantean ante los desbocados precios fijados por un mercado muy ineficiente.
Soy de la opinión de que la estructura de los mercados donde operan los sistemas eléctricos no ha conseguido ponerse al día con la revolución de las energías renovables.
Los mercados eléctricos competitivos, en muchos países, están determinando en realidad unos precios enormes, nunca vistos. Ello es porque en los mercados mayoristas de electricidad, el último generador que entra en la subasta es el que establece el precio a cobrar por todos los generadores, independientemente del precio al cual han ofertado.
Dado que las renovables funcionan siempre que sople el viento y luzca el Sol, y dado que la nuclear no puede modular su potencia y, por tanto, ha de funcionar siempre (siempre que no experimente fallos), actualmente son las tecnologías de combustión (centrales de ciclo combinado que queman gas fósil) las que, casi siempre, determinan el precio.
Y, por tanto, el coste del gas fósil, adicionado al coste del impuesto sobre las emisiones de CO2, son los factores que configuran el precio, dado que se necesitan plantas de gas para cubrir el 100% de la demanda cuando no hay suficiente viento y/o Sol. Y las centrales de gas fósil no funcionarán a menos que el precio sea suficientemente elevado para cubrir su coste de operación.
Los fundamentalistas del mercado crearon en 1997 una especie de ‘mercado’ de la electricidad, que hoy, 25 años después, muestra sus miserias. En 1997 la generación de electricidad mediante la captación de la energía del viento y del Sol eran prácticamente inexistentes. El ‘mercado’ se diseñó para competir entre tecnologías que utilizaban el fuego (químico y nuclear) para disponer de energía. Por ello, el coste del kWh generado dependía del combustible utilizado. Ya entonces hubo quién advirtió que la generación hidroeléctrica (que no necesitaba ningún tipo de combustible) no encajaba entre las diversas generaciones fósiles y nucleares.
Hoy vemos con toda claridad que poner en el mismo saco del ‘mercado’ tecnologías como la solar FV y la eólica, plenamente maduras (igual que la hidroeléctrica) no tiene ningún sentido. Y menos, cuando estas tecnologías tienen unos costes de generación muy por debajo de los costes de generación fósil y nuclear.
Si la generación renovable ha demostrado que es mucho mas barata que la generación con gas fósil, ¿por qué las personas usuarias de la electricidad no pueden comprar la electricidad directamente a los generadores renovables?
Desde hace tiempo, diversas personas expertas han tratado de responder a la pregunta de cómo deberían ser los mercados para que se adecuaran a las tecnologías que nos permiten disponer de energía sin necesidad de ningún tipo de combustión ni fisión.
Proponen la creación de un mercado de energía verde, un mercado que agregue contratos a largo plazo con generadores de energía renovable y venda la energía eléctrica directamente a los usuarios finales. Y cuando no se genere suficiente energía renovable, o no se disponga de suficiente electricidad almacenada, el mercado de energía verde compraría electricidad en el mercado mayorista fósil durante periodos limitados y cantidades limitadas.
Para minimizar costes y emisiones los contratos podrían ofrecer descuentos a clientes que puedan utilizar la electricidad fuera de horas punta, o a aquellos que dispongan de conexiones bidireccionales de vehículos eléctricos que puedan vender electricidad a la red.
La electricidad renovable necesita un mercado nuevo, distinto del que se creó a finales de los 90. Un nuevo mercado, en el que se reduzca la factura y a la vez se desfosilice y desnuclearice el sistema de provisión de energía que actualmente disponemos. ¿Será capaz la política de la energía europea de estar a la altura que las circunstancias reclaman?