¿A qué viene esta diatriba? te preguntarás… Haciendo un poco de memoria, recuerdo que todo empezó con la aprobación de la Ley de PRL, funesta para ti, ya que supuso el comienzo de tu fin. ¿Quién nos iba a decir hace 30 años cuando nació la Ley que gracias a ella reducirías tu presencia en nuestros centros de trabajo? Sin embargo, es cierto que, a pesar de los esfuerzos, aún no hemos conseguido acabar con tus fatídicas visitas.
Ya decían los clásicos que nadie ama al mensajero que trae malas noticias, y por desgracia todos tendemos a pensar que siempre eres portador de ellas. Es por lo que todos te rehúyen, luchan contra ti, tratan de ignorarte e, incluso, lo que es más grave, algunos pretenden ocultarte. Yo, por el contrario, y a riesgo de que algunos, como diría George Brassens, me señalen con el dedo, grito a los cuatro vientos: “yo sí te amo, amigo Accidente Laboral”.
Debes comprender, amigo Accidente Laboral, que eres ese chivato que cae mal a todo el mundo. Creo que la mala fama que arrastras como chivato se nos grabó en el subconsciente durante nuestra infancia en el patio del colegio. Allí lo natural era que los más espabilados hicieran trastadas que no debían, pero su obra no terminaba si no podían ocultarla a ojos de los profesores, y era entonces cuando se granjeaban la admiración del resto de niños del patio. El orden natural era, y sigue siendo, el niño oculta y el profesor descubre. Por eso el niño chivato, informando inocentemente a los profesores de lo que pasaba, nunca fue bien visto.
Y sí, amigo Accidente Laboral, hace más de 30 años nació la Ley de PRL y pasaste a ser para todos nosotros ese chivato que siempre venía a decir que algo no estábamos haciendo bien, que algo fallaba en nuestros sistemas de gestión de la PRL. Has venido siendo ese niño repelente al que no queríamos invitar a nuestro cumpleaños, o al que rehuíamos como compañero de pupitre. ¿Quién quiere ser amigo de un chivato? Y entre todos decidimos que debías dejar de existir, que debías desaparecer, que debías ser Cero.
Con el desarrollo de la Ley de PRL se fijó a sangre y fuego en la industria que el objetivo y la misión era tener “Cero Accidentes”. Se comenzó a dotar de medios, a generar sistemas de gestión, formación y múltiples herramientas que, más de 30 años después, siguen dando como resultado un escenario en el que cada vez que apareces, por suerte con bastante menos frecuencia que antes, nos sigas pareciendo ese repelente niño chivato que altera el orden natural. ¿Con todo lo que hacemos y hemos invertido, cómo podemos tener un accidente? Y da igual qué tipo de accidente. Es más, en ocasiones, aún disponiendo de todos los medios, de toda la formación y cumpliendo todas las reglas, sigues apareciendo, amigo Accidente Laboral. Pero muchos no te escuchan, no quieren oír lo que el chivato viene a decirnos, sólo se centran en el número, que obviamente les ha alejado de su objetivo Cero.
Y sí, amigo Accidente Laboral, quien maneja el objetivo “Cero Accidentes” se pregunta cómo con su asentado sistema formal de gestión de PRL, no es capaz de hacerte desaparecer por completo. La tentación de ignorarte y no escuchar el valioso mensaje que vienes a decirnos es proporcional a la presión por que seas Cero. Cierto es que nos visitas con menos frecuencia, pero para ellos no es suficiente, siempre se enojan cuando apareces para chivarte. Tal presión hay por esa cifra, el Cero, que en el patio del colegio hay quien siempre está tentado a hacerte invisible o simplemente encerrarte en el baño para que no nos des problemas. Y tú, sabiendo que no vienes por capricho, que siempre tienes algo que contarnos.
Por suerte, amigo Accidente Laboral, hay otros, cada vez somos más, quienes pensamos que eres un aliado para luchar contra la siniestralidad, que cuando vienes a chivarte, nos estás ayudando a todos y que con ocultarte no mejoramos nada. Esa nueva tendencia que se abre paso aboga porque los sistemas de gestión tradicionales de identificación-evaluación-planificación-implementación no se adaptan a las situaciones cambiantes y complejas que nos encontramos hoy en día en la mayoría de los puestos de trabajo, y que nuestra gestión de la PRL debe centrarse en lo inesperado.
Y es allí, amigo Accidente Laboral, donde es imprescindible, si queremos que seas Cero, en que evolucionemos desde los sistemas de gestión tradicionales hacia una cultura preventiva y un compromiso compartido por todos. En definitiva, que en el patio del colegio todos se comporten como deben, niños y profesores, y que tu papel como chivato ya no sea necesario. Sin esa cultura común de todos, un profesor, con un objetivo claro marcado por el director del colegio, de tener Cero conflictos durante el recreo, no escuchará cuando un chivato como tú, vaya a decirle que Fulanito ha pegado a Menganito. Ese profesor ignorará al mensajero, con tal de no escuchar el mensaje y poder cumplir con que su bitácora del día refleje una satisfactoria ausencia de problemas para todos, incluido el director y los padres.
Por suerte, amigo Accidente Laboral, la nueva ola en PRL impulsa el desterrar esa perniciosa Misión de Cero Accidentes para que todos pasemos a tener una Visión de Cero Accidentes. En definitiva, cambiar Misión por Visión. Y no es sólo un simple cambio de letra, es algo más profundo. Se trata de evolucionar de un objetivo de evitar accidentes a uno mucho más ambicioso de tener entornos de trabajo seguros. Fundamentalmente es pasar de tener sistemas de gestión de riesgos, basados en el comportamiento humano como un problema, dónde tú, amigo Accidente Laboral, sólo eres un número que conseguir, Cero; a disponer de culturas preventivas basadas en el liderazgo, el aprendizaje, el compromiso de todos y la comunicación.
La Ley de PRL, nos ha llevado durante estos años a través de una primera etapa, basada en la tecnología, los medios y los sistemas de gestión del riesgo. Y muchos siguen en esa etapa, con ese gran y perverso objetivo de Cero Accidentes como gran mantra. Y aún así, amigo Accidente Laboral, sigues apareciendo y desesperando a tanta gente que se pregunta qué pintas ahí, lo que hace que sea tentador tratar de no escuchar tu mensaje, que como buen chivato que eres, nos vienes a decir.
Por eso es tan importante prestarte atención, amigo Accidente Laboral, pues en tu inocencia, sólo pretendes decirnos que para cambiar de etapa debemos colocar a las personas en el centro de nuestra estrategia y empoderarlas para conseguir de todos un compromiso preventivo a largo plazo. Sólo entonces, por equilibrio natural y por arte de magia, como en el patio del colegio, dejarás de existir como chivato y pasarás a ser un niño más, que será invitado a los cumpleaños de su clase. Y créeme, no te echaremos de menos como chivato.
Mientras llegue ese momento, y aunque parezca contradictorio, para que mueras, para que desaparezcas, quiero que sepas que yo sí te escucho, que yo sí te amo, amigo Accidente Laboral.