Las observaciones del satélite Sentinel-5P del programa europeo Copernicus han sido vitales para seguir la evolución de la contaminación del aire en Europa, especialmente en el caso de las concentraciones de dióxido de nitrógeno.
El satélite Sentinel-5 lleva cartografiando sin parar los cambios en la contaminación del aire desde su lanzamiento en 2017 y, este año, científicos del Real Instituto Meteorológico de los Países Bajos (KNMI) y del Real Instituto de Aeronomía Espacial de Bélgica (BIRA-IASB) han empleado estos datos satelitales junto con datos terrestres para identificar la correlación entre la Covid-19 y los efectos de la contaminación aérea en Europa.
El siguiente gráfico muestra la concentración media de dióxido de nitrógeno sobre cinco importantes ciudades europeas: Milán, Madrid, París, Berlín y Budapest. En el panel superior aparecen las concentraciones (empleando un promedio móvil de 14 días) en 2019 en comparación con las de 2020 a partir de datos de Sentinel-5P, mientras que en el panel inferior vemos las observaciones in situ. Los tonos de gris indican los periodos de confinamiento en 2020, desde su nivel más estricto (gris oscuro) hasta la relajación de las medidas (gris claro).
Los porcentajes en rojo representan la reducción en 2020 respecto al mismo periodo de 2019.
Los datos muestran que los mayores descensos, del 40-50 %, se produjeron durante la primera fase de confinamiento en el sur de Europa, específicamente en España, Italia y Francia. En julio y agosto de 2020, los datos sugieren que las concentraciones aún eran entre un 10 y un 20 % menores que los niveles pre-Covid.
“Las medidas de cuarentena aplicadas en Berlín provocaron una caída de alrededor del 20 % con pequeñas variaciones hasta agosto de 2020. En el este de Europa, el impacto de las medidas ha sido en general menos llamativo que en los países del sur y en Francia, donde se observaron reducciones de aproximadamente el 40-50 % durante el confinamiento estricto de los meses de marzo y abril”, comenta Bas Mijling, científico atmosférico del KNMI.
Jenny Stavrakou, científica atmosférica del BIRA-IASB, añade: “El impacto de la meteorología en las observaciones del dióxido de nitrógeno podría ser significativo y no deberíamos pasarlo por alto. Por eso es necesario analizar datos a lo largo de periodos de tiempo mayores para afinar en la estimación del impacto de la actividad humana en las observaciones”. La científica explica que
"para la comparación media de 2019 y 2020, calculamos una incertidumbre del descenso causado por la Covid-19 del 15-20 %”.
“Lo que realmente llama la atención es que los datos de Sentinel-5P están perfectamente en línea con las mediciones sobre el terreno. Esto demuestra que la vigilancia de la calidad del aire desde el espacio puede contribuir a la elaboración periódica de informes de calidad del aire en los países europeos, algo que hasta ahora solo se ha hecho con mediciones in situ”, concluye Claus Zehner, responsable de la misión Sentinel-5P de Copernicus para la ESA.
En estos momentos la investigación continúa en el marco del proyecto ICOVAC de la ESA, que estudia el impacto de las medidas de confinamiento por la Covid-19 en la calidad del aire y el clima.
Medidas específicas para ayudar a los más vulnerables
El informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente pone también de relieve que la carga de la contaminación y los efectos del cambio climático varían a lo largo de Europa, con diferencias claras entre los países del este y los del oeste del continente. La proporción más elevada de muertes nacionales atribuibles al medio ambiente se registra en Bosnia y Herzegovina (27 %) y la más baja, en Islandia y Noruega, con un 9 %.
Es muy significativo, igualmente, que las comunidades marcadas por carencias sociales tienen que enfrentarse, por lo general, a una triple carga de pobreza, entornos de peor calidad y peor salud. Las comunidades más pobres con frecuencia se encuentran expuestas a niveles más elevados de contaminación y ruido, así como a altas temperaturas, a la vez que las condiciones sanitarias preexistentes incrementan la vulnerabilidad a los riesgos ambientales para la salud. Así, la AEMA pide "medidas específicas con el fin de mejorar las condiciones ambientales de las personas más vulnerables en Europa".
Otra de las conclusiones de este informe que estamos expuestos a múltiples riesgos en todo momento. Además de la contaminación atmosférica, del agua y acústica, la generada por los productos químicos, que se combinan y en algunos casos actúan al unísono con efectos sobre la salud.