Tras la ratificación del Parlamento ruso, el Protocolo de Kioto entrará en vigor a principios de 2005

El Protocolo de Kioto es consecuencia del convenio sobre cambio climático firmado en 1992 en la llamada Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro. Los científicos llevaban años alertando de los problemas ambientales que podrían derivarse por el constante incremento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera. Doce años después la concentración de esos gases sigue aumentando y las alertas científicas son más evidentes.

Kioto propone medidas concretas de reducción de los gases de invernadero y plantea mecanismos para lograrlo, entre los que destaca el comercio de derechos de emisión. Son, en todo caso, medidas que exigirán esfuerzos y que nos afectarán a todos porque la principal batalla a librar se centra en la producción y el consumo de combustibles fósiles. Pero 121 países lo han ratificado ya entendiendo que es un compromiso ineludible con el medio ambiente del planeta y con las generaciones futuras.

Europa se felicita
La comisaria de Medio Ambiente de la UE, Margot Wallstrom, celebró la votación descorchando una botella de champán ruso y brindado con los periodistas acreditados en Bruselas. Además, dará un impulso a las negociaciones internacionales sobre cambio climático que se celebrarán en diciembre en Buenos Aires para fijar las próximas etapas. “Es una recompensa al liderazgo de la Unión Europea”, se felicitó Wallstrom, al tiempo que agradecía el apoyo del presidente del Ejecutivo comunitario, Romano Prodi, “cuando todo el mundo empezó a cuestionar si Kioto entraría alguna vez en vigor”.

Prodi también quiso dar un toque de atención a Estados Unidos que, pese a ser el mayor emisor mundial de gases de efecto invernadero, sigue mirando hacia otra parte, alegando que cumplir con Kioto les exigiría esfuerzos económicos imposibles de asumir. “El Protocolo de Kioto no es perfecto pero es el único instrumento eficaz que tenemos. Estados Unidos no debería excluirse de una lucha crucial para el futuro de la humanidad”.

A pesar de que Kioto sólo es un acuerdo de mínimos –la reducción de un 5,2% respecto a 1990 de las emisiones de gases de efecto invernadero para el conjunto de los países industrializados– todas las organizaciones ecologistas han calificado el paso de histórico.

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Ver esta noticia publicada el 30 de septiembre:
Rusia aprueba la ratificación del Protocolo de Kioto

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